- La desescalada está trayendo consigo muchas primeras veces. Ayer era la primera vez que en Euskadi había un evento multitudinario tras el estallido de la pandemia y todos los ojos estaban centrados en lo que ocurriría en el BEC de Barakaldo con motivo de la celebración de la primera de las jornadas de los exámenes de HABE. A lo largo de la jornada de ayer, cerca de 1.600 personas realizaron la prueba escrita para acreditar el nivel C1 y lo hicieron en cuatro turnos, dos por la mañana y otros dos por la tarde.

La estampa tanto en las inmediaciones como en el interior del recinto ferial de Ansio era muy distinta a la de otras convocatorias pretéritas de estos exámenes. Quizá, lo único similar a otras ocasiones es ese gusanillo en el estómago que sienten los asistentes en los instantes previos a la prueba. Lo demás, era todo diferente. Media hora antes del inicio del primero de los exámenes, no había aglomeraciones en las puertas del BEC. Los asistentes habían seguido a rajatabla las indicaciones realizadas por HABE y, tras haberse tomado la temperatura en sus hogares, los examinados fueron hasta el recinto ferial de Ansio con tiempo, pero sin tanta antelación como para que se pudiesen generar aglomeraciones que, en la actual situación sanitaria no serían, para nada, beneficiosas. Todo fluía. Los examinados llegaban a Ansio y, algunos, incluso sin esperas, accedían al BEC por las cinco filas que habían creado los organizadores mediante vallas en la entrada. Las puertas estaban abiertas para evitar así que los asistentes las tocasen. Desde el mismo momento en que cruzaban la puerta de acceso al recinto ferial, las pegatinas eran una constante. Adhesivos que recordaban que había que mantener la distancia de seguridad de dos metros y que, efectivamente, servían como referencia para respetar en todo momento la distancia interpersonal. Una vez habían recorrido el larguísimo y espacioso pasillo de acceso a los pabellones del BEC, cada estudiante acudía al pabellón que se le había indicado previamente en la matrícula para el examen. Antes de entrar al lugar en el que desarrollarían la prueba, debían lavarse las manos con gel hidroalcohólico, líquido que les daban unas operarias que pulsaban los dispensadores.

Una vez llegaban los estudiantes a su pabellón, en la misma entrada de la nave contaban con dos accesos diferenciados en función del aula que les hubiese tocado en suerte. Una medida más para evitar aglomeraciones en un espacio en el que cerca de 400 personas se iban a examinar divididas a su vez en seis espacios. Llegó el momento de que los examinadores pusiesen negro sobre blanco sus conocimientos y una de las condiciones indispensables era poner el DNI sobre la mesa de tal manera que los cuidadores del examen no tuviesen que manipular los documentos de identidad en ningún momento. Desde la parte alta de los pabellones se sentía la concentración de los examinados, se escuchaba el silencio y a estos elementos habituales en la mayoría de las pruebas, se incorporaba un nuevo aspecto pero al que habrá que habituarse a lo largo de los próximos meses; el espacio. La amplitud de la configuración de mesas facilitaba, por un lado, el tránsito de los cuidadores de la prueba y, también, garantizaba que se respetase la distancia interpersonal de dos metros en cualquier momento de la prueba.

Mientras los examinados del primer turno ya estaban totalmente sumergidos en la prueba, en los exteriores del BEC se repetía la imagen con la que una hora antes se daba el pistoletazo de salida a más de una semana de exámenes en los que más de 12.100 personas de todos los territorios de Euskadi pasarán por el BEC para hacer las pruebas de nivel B2, C1 y C2. "La experiencia está siendo muy positiva. Estamos muy satisfechos de cómo están saliendo las cosas. La entrada de los examinados ha sido perfecta y quiero agradecer el esfuerzo de estos chavales y chavalas de 17 o 18 años que han hecho las cosas con un orden increíble, no se han acercado hasta que se les ha dicho, han entrado manteniendo todas las distancias, han venido habiéndose tomado la temperatura, con mascarillas...", destacó Miren Dobaran, viceconsejera de Cultura del Gobierno vasco.

Ese mismo orden que presidió las entradas, se siguió también en la evacuación de los pabellones a la finalización del examen. La salida se hizo por los accesos traseros de los pabellones que van a parar directamente a la calle. Entre cada turno de exámenes, se procedió a la limpieza y desinfección de todas las aulas para, así, culminar un protocolo que se repetirá hasta el viernes.

Ekhi y Mikel llegaron al BEC desde Lazkao y se encontraban "un poco nerviosos" en los prolegómenos del examen. "Estamos un poco nerviosos. Estos últimos tres meses han sido muy raros, pero tenemos que decir que los profesores nos han ayudado muchísimo en este tiempo para que siguiésemos progresando y avanzando", destacaron estos dos jóvenes.

Itziar, Eider, Ainger y Saioa llegaron desde Azpeitia hasta el recinto ferial de Ansio para hacer sus exámenes de nivel C1. Les correspondió el segundo turno, el de las 11.00 horas. "Estamos tranquilas de cara al examen", decían con sus inseparables mascarillas, un elemento que ha llegado a la sociedad tras un confinamiento que confesaron que fue "agobiante al principio hasta que nos fuimos adaptando".

"La entrada de los examinados ha sido perfecta y quiero agradecer el esfuerzo de estos jóvenes de 17y 18 años"

Viceconsejera de Cultura