- Bajo la premisa de que es mejor ver que oír, las residencias han hecho uso de las nuevas tecnologías para acercar a los residentes y sus familias. Por ello, durante esta pandemia, en las residencias se han afanado por ser creativos en las comunicaciones con el exterior y las videollamadas se han convertido en la comunicación estrella.

“Nos ha permitido mantener el contacto y aportar tranquilidad a las familias. Ha sido una novedad y la respuesta ha sido muy positiva, aunque no es lo mismo que el contacto físico. Observamos toda clase de reacciones: algunas se acercan a la tablet para darle un beso, otras tocan la pantalla... ”, cuenta Jaione Artieda, directora de Fraisoro.

María Jiménez, responsable de Txara I, reconoce que ha sido “muy beneficioso” para los usuarios. “Saben qué día les toca y están esperando. Para ellos ha sido un avance, porque no solo han oído a sus familias sino que les han podido ver y lanzarles besos, que es lo que muchos nos pedían”, celebra. “Además, hemos podido hacer videollamadas en grupo, pudiendo ver a toda la familia a la vez, algo que les ha gustado mucho”, cuenta.

En la residencia Mizpirualde de Bergara, su directora, Alazne Irazabal, confiesa que todo el personal quería estar presente en el momento de las videollamadas. “Todas queríamos hacerlas porque es muy emocionante, ves reacciones muy bonitas”.

Sandra Hernández, responsable psicosocial de Zorroaga, también destaca los beneficios de este novedoso tipo de comunicación. “En general, ha ayudado mucho. No solo han podido ver a su familiar, han podido ver a su familia extensa, a sus biznietos, a gente que vive fuera y con la que han podido estar en contacto...”, enumera.

Sin embargo, la efectividad de estas videollamadas baja cuando la persona que está a un lado de la pantalla padece un deterioro cognitivo. “En esos casos no es muy eficaz”, dice Hernández.

En Txara I, Jiménez reconoce que esto es así, pero han tratado de suplir las carencias mediante auxiliares que trasladaban los mensajes: “Te conviertes en un nexo de unión. Les explicas que ahí está su familiar, que les está hablando e intentas hacer también un poco de traductora”.

Artieda resta importancia a esta situación: “Hay quienes no son capaces de reconocer a un familiar, pero no importa, la sensación sigue siendo positiva”.

Además, todas ellas destacan que también para las familias ha sido beneficioso compartir ese tiempo de las videollamadas, porque han podido contrastar con sus propios ojos que sus seres queridos estaban bien y que las residencias, que han estado en el foco mediático durante la pandemia, han resistido pese a las dificultades.