i amigo Manu me advierte que últimamente complico las Píldoras/cápsulas y le cuesta seguirme. Procuraré corregirme, aunque el tema de hoy no me lo ponga fácil.

Lo de la vacuna, tanto de americanos o chinos, va para largo. Alguna información reciente parece estar más relacionada con un pelotazo financiero que con la realidad.

Entre las muchas cosas que no cuadran en esta crisis, una de ellas es el bajísimo nivel de prevalencia estimada de anticuerpos IgG, alrededor del 5%. Un investigador farmacéutico alavés, el Dr. Gorka Orive, sugiere en un trabajo la posibilidad de una inmunidad cruzada entre los distintos coronavirus causantes de los catarros invernales y el autor de la COVID-19, porque ha observado que entre un 40 y un 60% de personas no infectadas, presentan defensas -linfocitos- frente al virus, una especie de vacuna natural, un nivel perceptible de anticuerpos IgG. Esta circunstancia tiene su importancia si se comprueba que estas personas desarrollan sintomatología ligera o son asintomáticos y podría justificar, en parte, la menor incidencia de la COVID-19 en la población sana, en contra de lo inicialmente esperado. Una hipótesis de trabajo a considerar con cautela.

En esa línea, el virólogo leonés Estanislao Nistal Villán publicó recientemente, en la revista científica Cell, un trabajo recordando que, además de la inmunidad por anticuerpos, existe la inmunidad adaptativa celular y que son más las personas que disponen de esa defensa por haber superados coronavirus anteriores, aunque nunca hayan contactado con el SARS-CoV-2. Esta inmunidad celular, basada en linfocitos T, tiene como objetivo la destrucción de las células infectadas, de forma que no se neutraliza el virus, sino que lo elimina destruyendo el lugar donde éste se replica, en las células infectadas

No nos olvidemos de Joaquín y Alberto, del vertedero de Zaldibar, ni de comprar producto local de nuestros baserritarras. Doctor en Veterinaria