e atribuye a Hiram Johnson, senador americano, la sentencia pronunciada en 1917: "La primera víctima cuando llega la guerra, es la verdad". Y traigo a colación esta referencia cuando trasciende que, la semana pasada, el Departamento vasco de Sanidad ha modificado el procedimiento por el que elabora y facilita los informes sobre la COVID-19 en Euskadi, eliminando informaciones relevantes. A la falta de habilidad comunicadora de la consejera, se suman ahora recortes y razonables dudas sobre los contenidos. La explicación oficial es que se adaptan a las circunstancias cambiantes. Parece que los técnicos que elaboraban el documento diario estaban hasta las narices de trabajar bajo presión, con escasos recursos y, encima, modificando los informes cada dos por tres, y no por propia voluntad. Normal. Conozco algo de eso.

En Galicia, según las estadísticas que publica el Ministerio, 331 hospitalizados se han esfumado de repente y sin explicación alguna de un día para otro. Procesionan por los bosques con la Santa Compaña. Está visto que haberlas, haylas. En la Comunidad de Madrid, a tenor de la información que diariamente difunde el gobierno de Díaz Ayuso, el número real de contagios de la COVID-19 triplica en mayo la cifra que publica el Ministerio de Sanidad. La explicación oficial también se refiere a la realidad cambiante. O las trampas en el solitario.

Es evidente que el 155 sanitario ni Europa han sido capaces de fijar unos criterios para unificar criterios e información. Decía recientemente el exconsejero de Sanidad Bengoa que unos ciudadanos a los que se les ha pedido ser responsables y agentes activos en el control epidemiológico, lo mínimo que pueden esperar es recibir información transparente, fidedigna y puntual sobre lo que ha pasado, por qué ha ocurrido y cómo nos preparamos mejor.

No nos olvidemos de Joaquín y Alberto, ni de comprar producto local, porque nuestros baserritarras son esenciales. Doctor en Veterinaria