etrás de la mascarilla, están los mismos ojos de siempre. Han convertido sus establecimientos en los “lugares más seguros del mundo”. Atienden con equipos de protección individual, proporcionan hidrogel a sus clientes, controlan aforos... El 95% están abiertos; la mayoría desde el día 11 y solo una minoría se animó a hacerlo con cita previa desde el día 4. No es lo mismo Donostia que Tolosa, una tienda de ropa que una de informática, pero “el comercio está preocupado”.

En algunas tiendas de calzado dicen que “las zapatillas de casa y los zapatos para niños se están vendiendo muy bien”. Y los que peor lo pasan, vendan ropa de niños o cazuelas, son los que tienen un local de alquiler; muchos están con miedo a echar la persiana. También los hay quienes adelantarán su jubilación sin nadie que les releve. “Aunque la gente va quitándose el miedo, la incertidumbre laboral de muchas familias” frena el consumo, coinciden todos.

Otros se están reinventando y acaban de dar el salto a la venta online. Julen, desde Donostia, y Olatz y Lore, desde Tolosa, nos cuentan en primera persona la nueva realidad del pequeño comercio. Porque a día de hoy, los únicos que han retomado la actividad son “los titulares de los negocios”, los autónomos, mientras que los empleados siguen en ERTE.

Vencer al miedo en junio

“El runrún del cierre”

La ropa que se prueba un cliente la retira, la vaporiza y la tiene 24 horas en cuarentena. Así funciona en su tienda Julen Maiz, el presidente de la Federación Mercantil de Gipuzkoa (FGM), la voz de un sector que antes de la pandemia representaba el 14% del empleo de todo el territorio y el 11% del PIB. En la segunda semana de reapertura, la realidad, admite Maiz, es que los comerciantes las siguen “pasando canutas”. Es lo que percibe en su tienda de ropa de ceremonia para caballeros, NEU, en pleno centro de la capital donostiarra. Y lo que llega por parte del sector que representa. “Esperemos que quememos el miedo al virus en sanjuanes; yo tengo esa esperanza”, asegura.

El comercio ha hecho un gran esfuerzo, dice, y el resultado es que “las tiendas ahora son el lugar más seguro del mundo. En este momento, tenemos un protocolo de seguridad higiénico-sanitario muy importante: limpias dos veces al día, trabajas con EPI, fijas un aforo limitado, pones gel hidroalcohólico, mascarillas... “

La nueva realidad está siendo dura, con menos ventas y dificultades para la viabilidad de sus negocios, sobre todo para aquellos que tienen que hacer frente a los alquileres de sus locales, “carísimos en Donostia y zonas comerciales de pueblos”, confirma Maiz. “El comerciante está preocupado, porque aún se ve a la gente retraída por la incertidumbre laboral y por el problema de la conciliación”, dice. Las limitaciones de movilidad, explica, afectan al comercio.

¿Y el futuro? ¿Por dónde viene? “Yo pienso que hay que trabajar por llegar a un consumo responsable y a un comercio responsable. Y eso significa consumir lo que realmente necesitas cuando lo necesitas. Me gustaría que el consumidor hiciera un cálculo del dinero que se gastó en las plataformas online y piense qué se podría hacer con los tributos si eso lo hubiera facturado el comercio local”, expone.

Recientemente, una encuesta de la asociación de comerciantes Barcelona Oberta, que aglutina a los establecimientos de 20 núcleos turísticos de la Ciudad Condal, reveló que el 35% de comercios y hosteleros pensaba cerrar su negocio tras esta crisis. En Gipuzkoa no existe tal estudio, pero el “runrún existe”, reconoce Maiz.

En su opinión, la verdadera nueva realidad se comenzará a trasladar al comercio en junio. “Pienso que verdaderamente veremos cómo funciona en cuanto lleguemos a la fase tres”. Maiz destaca la importancia que para el comercio tienen, especialmente en Donostia, “los movimientos interprovinciales”, y que se abran las fronteras para que pueda venir “ese cliente del otro lado de la muga”. “Hasta que no haya libertad de movimientos no vamos a ver realmente cómo puede funcionar esto”, asegura Maiz, convencido de que “tenemos que recuperar al turista catalán y madrileño”.

“Lo que sí me gustaría -concluye- es apelar a la responsabilidad de cada ciudadano. El comercio no podría soportar un rebrote en otoño; sería letal. Si sucediese, el virus sería el menor de los problemas”, augura.

Más movilidad, la clave

“Ha habido ventas”

En Tolosa, Olatz y Lore Iturrioz, hermanas, decidieron abrir antes que la mayoría, con cita previa, desde el 4 de mayo y no se arrepienten de la decisión tomada. “Estamos contentas, porque ha habido ventas”, aseguran. Estaban con ganas de volver. Son la tercera generación de una familia de comerciantes que hoy en día gestiona dos tiendas (Aranguren), una de caballeros y otra de señoras, una junto a la otra, junto a la plaza del Triángulo de Tolosa. Ambas son de la familia y las fundó su abuelo en 1950.

Hoy, en plena crisis del coronavirus, Lore reconoce que acaban de vender su primera prenda por Internet. “Como mi pareja es informático, hemos decidido dar el paso, hemos montado una plataforma y ya hemos colgado en la página web unas 100 prendas. Ayer se vendió la primera”, explicaba el jueves.

Se saben con suerte de tener un local propio y son conscientes de que muchas “pequeñas tiendas están pensando en cerrar”. Ellas confían en seguir de cara al público muchos años más. Aseguran que después del confinamiento, los hábitos de compra han cambiado. “Antes era diferente. Ahora se mueve más a las mañanas que a las tardes, que es cuando la gente las aprovecha para salir a las terrazas”, afirman.

Consideran que las restricciones impuestas a su sector son mayores que las que se exigen en comercios de alimentación y cada vez que una persona se prueba una prenda la dejan 48 horas en cuarentena. Ven a sus clientes “con ganas, pero miedo” en un inicio. “Preguntan si pueden tocar la ropa. Claro que la pueden tocar, por eso se lavan las manos con hidrogel al entrar; es necesario saber qué textura tiene una prenda que te quieres comprar”, afirma Olatz, presidenta de la asociación de comerciantes Tolosa & Co. “Cuando empiezan a probarse y salsear, ya se les va ese miedo y se sueltan más”, añade.

Ellas han optado por mantener el horario habitual. No todos lo han hecho y los hay que no abren por las tardes. El principal cambio en estos días, aseguran, es el aumento de la movilidad a partir del pasado día 18 y confían en que las cosas mejoren a medida que se permitan más desplazamientos. De hecho, en circunstancias normales reciben clientes de Iparralde, muchos de visita a la feria, y también de zonas como “Zumarraga, Bergara, Eibar o Donostia”.

Lore ve en todo esto una oportunidad para el cambio de mentalidad de los clientes. “Más de uno, después del confinamiento, creo que se ha concienciado y está valorando más el comercio de cercanía”.

“Sin ilusión no hay nada que hacer”, asegura Lore y están convencidas del paso dado con la apertura de la venta online. Ellas mismas hacen de modelo, se prueban sus prendas y las publican en Facebook e Instagram. Creen que a la gente “le gusta ver tu cara, ver con la ropa a una persona normal, no a modelos”, concluye Olatz.