eis semanas después, los niños y niñas volvieron a la calle. Apenas una hora, pero que supo de maravilla a todos los menores de catorce años -y también al padre o madre que les acompañaron- después de pasarse hasta 42 días en casa desde que el pasado 15 de marzo comenzara el confinamiento. Las ciudades y los pueblos, por tanto, volvieron a tener esa vida y esa alegría que se habían perdido durante el último mes y medio. "Esta horita cada día nos va a venir muy bien", era el comentario general de los padres. Un rato de paseo o de juegos que servirá para encarar lo que queda de confinamiento "con un plus de energía y ganas".

"La verdad es que se subía por las paredes. No había salido de casa salvo un par de días dos minutos para comprar el pan conmigo", comenta Miguel sobre su hija Lide, de ocho años, que eligió "un balón" como juguete para su primera salida. "A las mañanas estaba entretenida con las etxekolanas, pero las tardes se nos han hecho un poco largas. Hemos hecho de todo en casa", reconoce Miguel, que explica que tiene "una hija de 11 años de una relación anterior": "Cuando ha estado con nosotros, Lide se entretenía más; ahora se aburría un poco". Mientras el aita habla, la niña no para. "Al venir andando me decía que se cansaba...".

Marlon y Paulo, de diez y seis años, jugaban al balón en la plaza Sagastieder mientras su madre, Aroa, les acompañaba. "Lo que más le gusta al mayor es el surf y luego tomar un helado, pero me parece que eso tendrá que esperar", comenta: "Hoy toca skate, bici y balón. Tenemos una explanada al lado de casa, han estado un rato ahí y ahora vienen a jugar a fútbol". Dice Aroa que sus dos hijos tenían "mogollón de ganas de salir". "El mayor tenía clases por la mañana y estaba ocupado, pero la Semana Santa se hizo larga porque tenía más tiempo libre. El pequeño lo ha llevado bien, aunque le ha costado dormirse", resume.

También jugaba con el balón Gorka, de once años. "Ya estaba harto, necesitaba salir", reconoce su padre, Patxi, que eso sí, dice que "se ha portado bien estas seis semanas". Pero su hijo necesitaba ya "desfogarse" porque es muy deportista: "Juega a fútbol y aparte está también en el equipo de atletismo de la Real Sociedad. Me parece que va a tener que esperar bastante para volver a hacer deporte con sus amigos...".

También les vino muy bien tomar el aire a Asun y Aroa, madre e hija. "Yo he estado todo el día en casa, pero creo que lo hemos llevado bastante bien", dice Asun. Estas seis semanas las han pasado entre los deberes del colegio y las actividades de la tarde: "Pelis, cartas, juegos de mesa...". Aroa no paraba de dar vueltas en bicicleta por la plaza. "Tenía muchas ganas de andar en bici. Le gusta mucho. Le he dicho: Venga, a ver si te cansas un poco".

Distinto es el caso de Ander, un chaval con síndrome de Dravet que estaba acompañado por su padre, Félix. Ambos estaban aprovechando la jornada de ayer para dar un paseo. "Podíamos salir antes pero apenas lo hemos hecho para solidarizarnos los demás", comenta el aita, que reconoce que el paseo les estaba sentando "bien" pero que están "acostumbrados a tener poca interacción con los demás y pasar épocas sin salir por los ataques epilépticos del chaval".

Comenta Félix que en su caso "es más difícil el teletrabajo" porque su hijo le reclama "más atención". Además, lo que más le preocupa de este estado de alarma no es el hecho de no haber podido salir de casa sino "que estos días ha perdido muchas de las terapias que suele hacer. Son chicos y chicas que necesitan más atención, ahora se van a pasar meses sin terapias y pueden perder lo que habían adelantado antes".

"Mi hijo es muy deportista y necesitaba salir, estaba harto"

Aita de Gorka

"Han estado un rato con el skate y la bici y ahora hemos venido a jugar con el balón"

Ama de Marlon y Paulo