alles desiertas, persianas echadas, silencio... Esa puede ser la fotografía de cualquier ciudad de Euskadi. Pero en Donostia, donde el turismo había adquirido un protagonismo estelar por algunos cuestionado y por otros alabado, ese vacío hace presagiar tiempos difíciles para el sector.

Iñaki Apaolaza es un hostelero con muchos años de profesión a sus espaldas y es, en la actualidad, quien lleva las riendas del bar Reloj Berri, en pleno Boulevard donostiarra.

"Con el negocio cerrado y doce personas empleadas he tenido que solicitar un ERTE, que nos lo han concedido. Ahora solo queda esperar a que esto vuelva a echar a andar", apunta este hostelero que, mientras tanto, está pendiente "de cada noticia que salga en este sentido. Como todos, estamos a la expectativa".

Pero los gastos no han desaparecido. "Hemos tenido que pagar autónomos y seguros sociales este mes, más el pago de salarios a los empleados hasta la fecha del cese de actividad. Creo que hubiera sido una buena opción que nos hubieran perdonado esta cuota pero no ha sido así. ¡Qué se le va a hacer!", añade Apaolaza.

Pasan los días, todo indica que la situación de confinamiento se prolongará y nadie se atreve a hablar de fechas ante una crisis sanitaria sin precedentes.

Para poder salir adelante cuando todo esto pase también hay que recurrir a la negociación, en un intento de que el agujero económico no sea tan profundo que impida una reactivación de los negocios. En esta tesitura se encuentra también Iñaki Apaolaza, negociando con el propietario del local el peliagudo tema del alquiler en una zona en la que el metro cuadrado se cotiza muy alto. "Yo entiendo que al no haber ingresos ni actividad se tendría que tener en cuenta, seguimos esperando y ya veremos", señala.

Si hay un factor que ha jugado a favor del Reloj Berri y otros establecimientos que basan buena parte de sus ingresos en la actividad de la terraza es que este invierno ha sido especialmente benévolo en lo climatológico, por lo que se le ha dado mucho uso.

En ese sentido Apaolaza agradece algunas decisiones que pueden contribuir a que las pérdidas sean menores. "Hemos sabido por los medios de comunicación que el alcalde de Donostia, Eneko Goia, ha anunciado que durante el tiempo que dure el cierre no cobrará la tasa de ocupación de suelo por las terrazas. Me parecería una media justa y de agradecer".

Hay una cuestión que preocupa a los hosteleros y al conjunto de la sociedad y no es otra que la duda sobre cómo se retomará la marcha de la actividad normal y qué cicatriz dejará el coronavirus en los hábitos de consumo, costumbres del disfrute del ocio y de relaciones interpersonales. Todo es una incógnita.

De momento, lo que saben los hosteleros es que "ya hemos perdido el puente de San José, con el tiempo tan bueno que hizo, y la Semana Santa, que es súper importante, una de las épocas más importantes porque marca la tendencia de lo que será ese año, está perdida también", explica el titular del Reloj Berri.

Y poco más se atreve a vaticinar. De lo que se dilate la situación de confinamiento dependerá la pervivencia o no de algunos negocios. "Yo creo que habrá muchos cierres", augura con pena Apaolaza.

"Es una situación excepcional y hay casos, como el mío que llevo mucho tiempo en la profesión, en los que un mes o mes y medio sin actividad igual se puede aguantar. Pero el problema está en cómo se abrirá después. Porque sí aguantaríamos en el caso de que la situación a la vuelta fuera igual a la anterior al cierre, pero es algo que desconocemos y que parece que no será así. La clave está en que nadie sabe como será el día después, aunque todo parece indicar que las cosas cambiarán mucho".

"Si no hay ingresos, los gastos se amontonan y, cuando se pueda salir, estas salidas se harán de forma progresiva y adoptando una serie de medidas, que es lo normal porque siempre debe de primar la salud. El año se ha perdido", abunda.

Apaolaza pide más explicaciones, mayor claridad sobre las medidas que el Gobierno pretende adoptar en favor del autónomo. "Yo llevo mucho tiempo en hostelería, he pasado varias crisis y tengo cierta experiencia. Pero esto va a ser catastrófico o cercano a la catástrofe para el sector en general", reflexiona.

Esta situación tan desconocida y con tan difícil pronóstico tampoco permite realizar proyecciones sobre cuál será el comportamiento del turismo a futuro, si volverá cuando la crisis sanitaria se supere, si habrá un cambio de tendencia y una mayor preferencia por quedarse en el país de origen... La incertidumbre, una vez más, impera.

"Ahora mismo lo primordial es que abramos. Le gente empezará a salir, pero los de aquí. Nadie sabe qué pasará con los extranjeros, cómo estarán las fronteras... Pero está claro que todo eso tardará. Es un problema a nivel global", recalca.

Por ello será el cliente local el que responderá en primer lugar. "La gente de aquí siempre ha salido, en los momentos difíciles siempre ha estado. A partir de ahora me imagino que se tomarán muchas más medidas de sanidad, de protección en el sector. Ahora no nos queda más remedio que esperar la vuelta, aunque será progresiva". "Pese a que no se puede saber, me imagino que empezará a venir en primer lugar el público local y, después, el estatal", lanza como hipótesis Apaolaza.

El Reloj Berri, además, es un negocio que también funciona de noche, una noche que, según su responsable, no era ya tan fuerte para el establecimiento como lo fue en otros tiempos y que saldrá muy tocada de esta crisis.

A la espera de que esta crisis sanitaria se supere, Iñaki Apaolaza, como muchos otros profesionales de la hostelería, sigue en su casa haciendo cuentas. Lo tiene claro, "lo primero, siempre, es la salud", pero la gran incertidumbre sobre los efectos a futuro de esta situación, también en lo económico, quitan el sueño a muchos profesionales.

"No hay ingresos y los gastos se acumulan, por lo que muchos negocios tendrán que cerrar"

"Que no se nos cobre la tasa de ocupación de suelo por las terrazas me parece de agradecer"

"No sabemos qué pasará con el turismo, los primeros que volverán serán los clientes de aquí"