tenemos que lograr la inmunidad del rebaño, es decir, conseguir la suficiente población infectada -inmunizada-, para extinguir la mayoría de las cadenas de contagio y que la tasa de reproducción del virus quede por debajo de uno. Para ello, se imponen los test masivos. Ya han encargado el primer pedido de dispositivos de toma de muestras grupos de investigadores vascos -Biomagune, Tecnalia, Ceit- y el Instituto Carlos III ha validado la técnica de un grupo de investigadores de la UPV. Osakidetza se muestra prudente. Mejor. Da tranquilidad saber que podremos autoabastecernos sin depender del mercado chino, con una intermediaria comisionista condenada por estafa en Barcelona y de corsarios amparados en el 155 sanitario. Quizás está llegando el momento de instalarnos por nuestra cuenta, también en esto, y olvidarnos de chapuzas, improvisaciones, buenismos y falsas solidaridades. Disponemos de laboratorios públicos en la Universidad, Sanidad y Agricultura, con termocicladores que, con algunas adaptaciones, son capaces de emplear técnicas de RT-PCR para amplificar un fragmento de ADN/ARN del virus y facilitar su identificación.

Es necesario descubrir a todos los individuos infectados para controlar el contagio, que es la esencia de las enfermedades infecciosas. Sin contagio no hay nuevas infecciones y, por tanto, el brote desaparece. La segunda oleada dependerá del grado de cumplimiento del “secuestro”, que es como en epidemiología se denomina al confinamiento, de la inmunidad colectiva alcanzada y de las condiciones ambientales.

Todos los coronavirus son estacionales y sensibles a la falta de humedad, las altas temperaturas y los rayos ultravioletas. Palabra de veterinario. Confiemos que el SARS Cov-2 no sea una excepción. El rarito. Podría reaparecer en otoño, posiblemente, con menor gravedad e intensidad, como ha ocurrido en otros brotes por coronavirus porcinos. Y acuérdese de comprar producto local