eo en The Conversation, rigor académico y oficio periodístico, un trabajo del Dr. Ignacio Pérez-Goñi, catedrático de Microbiología de la Universidad de Navarra, en el que ofrece otra visión del SARS Cov-2. Algunos se empeñan en utilizar un tono épico en sus intervenciones, en lo que supone una cruzada contra el virus, sin duda para elevar la moral de la población. Ya solo faltan las marchas Banderita, Ardor guerrero, El Novio de la Muerte, y venga a desinfectar. Y a la pandemia real se une esa otra en la que muchos participan, la del miedo, y su consecuencia, el descalabro económico. Nada hay más tímido que un millón de euros.

Ya no es necesaria la protección de San Roque. Disponemos de más información que la que se ha dispuesto en ninguna de las anteriores pestes a lo largo de los siglos. Los científicos descifraron su genoma en diez días. El virus se inactiva en un minuto de todas las superficies con alcohol, agua oxigenada o lejía rebajada. Con un paño, la fregona o pulverizando. Hay que lavarse las manos con frecuencia y siempre al regresar de la compra. Los sanitarios saben cómo detectarlo y han desarrollado pruebas rápidas para ello.

Existen precedentes, China e Italia, para saber cómo actuar y para poder repetir los errores que han cometido. Y otros nuevos. Sabemos a qué segmento poblacional afecta, que la mayoría de los casos son leves y que, incluso los graves, se curan en su mayoría. Hay más de 700 autores, en todo el mundo, que han escrito en abierto sobre el tema más de 1.500 artículos, pero hay que leerlos, claro. Incluso ya hay 41 prototipos de vacunas y más de 80 ensayos clínicos de tratamientos.

Admiro lo que puede avanzar la comunidad científica si dispone de financiación y apoyos, social e institucional. Se evidencian la mala gestión de recursos y planificación, previas. Sobran el 155 sanitario y la propaganda. Faltan eficacia y eficiencia.

Y acuérdese de comprar producto local.