xiste un proyecto internacional llamado Nextstrain, cuya misión es rastrear el árbol filogenético de las enfermedades. Un virus no es un ser vivo propiamente dicho, no puede multiplicarse -replicarse- él solo, por lo que precisa colonizar una célula. En el caso del SARS Cov-2, utiliza la proteína ACE2 para introducirse dentro de las células de los alvéolos pulmonares y consigue que desarrollen proteínas virales como si fueran humanas. En cuestión de horas hay millones de copias de ARN viral que se van multiplicando hasta consumir la célula y disponerse a infectar otras. Esa replicación vírica es lo que provoca la COVID-19. En estas replicaciones el virus a veces experimenta una mutación. Aunque ésta sea muy pequeña, aparece en la secuencia de su código genético porque, al producirse, arrastra una porción de la célula que parasita. De esta manera tenemos la forma de saber de dónde provienen los tipos de un mismo virus que están activos. Hay registrados 1.495 genomas o variaciones del virus a partir de la información de muchos organismos que lo han secuenciado y tratan de hacer el árbol genealógico del virus.

En España existen tres divergencias registradas que permiten afirmar que el virus se introdujo en tres mutaciones: dos que venían de China y Reino Unido a través de Valencia, con una ramificación en Burgos, y otra que tiene procedencia italiana pero que saltó desde Valencia a Madrid y Galicia. Se tiene constancia de que los primeros focos de la extensión del coronavirus en Europa son alemanes y británicos, quizás también islandeses, y sitúa la irresponsabilidad a la hora de contener el virus no en España e Italia, sino en Alemania y Reino Unido. Quizás el confinamiento debería haberse dado en toda Europa al mismo tiempo, pero, una vez más, han primado otros intereses sobre los sanitarios.

Mientras tanto, acuérdese de consumir producto local. Ahora, cordero.