a consulta de podología de Nora Hernández Ortiz, de la calle Usandizaga del barrio donostiarra de Gros, lleva once años abierta y dos semanas cerrada. La técnica sanitaria ha tenido que anular las innumerables citas que había dado, muchas de ellas con varias semanas de antelación, ya que la agenda del gabinete está muy apretada, y posponerlas varias semanas. De hecho, hasta la irrupción de la pandemia del COVID-19 las citas las estaba fijando para junio. Por ello, ahora confiesa que no sabe aún como atenderá a su abundante clientela, gran parte de ella formada por personas mayores que no pueden cortarse las uñas, en el mejor de los casos, o tienen problemas en los pies que aconsejan la intervención de un especialista. "Supongo que tendré que trabajar los fines de semana para poder atender a los que están retrasados, ya lo veremos", dice la podóloga de un gabinete en el que también trabaja su colega Iñaki Cid y otras dos personas.

Para los pacientes a quienes ha tenido que anular las consultas, Hernández aconseja que "no se corten en casa las uñas con tijeras ni tenazas, ya que podrían hacerse alguna heridita", y les propone que se las limen con cuidado. Como muchos mayores no llegan bien hasta sus pies, sugiere que sus personas cercanas, familiares o cuidadores, les ayuden en la tarea. Mientras tanto, si tienen las uñas demasiado largas, que anden por la casa en calcetines, en lugar de en zapatillas, y con mucho cuidado para evitar caídas.

En la actual situación de confinamiento, los profesionales del cuidado de los pies no pueden ir a los domicilios a trabajar. El Colegio Oficial de Podólogos de Gipuzkoa tiene prohibido el trabajo a sus asociados, también a domicilio. "Solo nos dejan hacer urgencias: diabéticos, problemas vasculares, anticoagulados, infecciones€ Tratamos de evitar que los pacientes tengan que ir a los ambulatorios. Pero porque nos duela un callo no podemos atender en estos momentos", explica Hernández. "Estoy yendo dos veces por semana a la consulta para esas urgencias, que tienen mucha importancia", recalca.

En estas actuaciones, la podóloga debe desinfectar especialmente todo antes y después de cada intervención. "En realidad, siempre trabajo con gafas y mascarilla y siempre ponemos un protector de un solo uso sobre el asiento del paciente pero ahora, además, desinfecto todo antes y después también en la sala de espera", señala. " A pesar de todo, en estos momentos, las personas mayores, que son gran parte de nuestros pacientes, no quieren salir de casa, como es normal", dice.

La consulta de podología de Nora Hernández está compuesta por dos autónomos, los dos podólogos, y dos empleados. Para estos últimos, Hernández ha solicitado un ERTE. "Soy previsora y siempre tengo unos ahorros para la consulta, que suele necesitar inversiones y material, y puedo aguantar un mes con grandes pérdidas, pero no puedo soportarlo mucho tiempo", explica esta sanitaria, que prefiere pensar en positivo e ir viendo cómo evoluciona la situación. "Tenemos mucha clientela, admite, pero también tenemos muchos gastos, incluida la hipoteca del local y la situación es difícil", recalca.

Mucho tiempo

Para los hijos

Pero, por otra parte, el parón obligado por el coronavirus ha abierto una puerta inesperada para Nora Hernández y su familia. Madre de un niño de cuatro años y una niña de año y medio, ha trabajado siempre durante sus embarazos "hasta el último día". Además, como profesional autónoma, solo ha cogido cuatro semanas de baja. "Ahora estoy 100% con mis hijos y estoy feliz con ellos, haciendo actividades todo el día y no echando de menos la calle", explica la especialista en el cuidado de los pies. "Mi chico hace teletrabajo y yo me ocupo de los hijos la mayor parte del tiempo", explica la podóloga, que ve en esta situación "la cara positiva" de un confinamiento obligatorio del que le gustaría salir cuanto antes.

"Dentro de lo malo, agradezco este tiempo de estar con ellos. Normalmente, el día a día es guardería, ikastola, aitonas€ y ahora todo ha cambiado; puedo estar con los niños ". "El agujero económico preocupa mucho pero yo nunca he podido tener un mes de vacaciones", relativiza.

Once años. Nora Hernández , de 38 años, abrió su consulta en el barrio donostiarra de Gros hace once años, tras un tiempo trabajando en Madrid, donde estudio podología.

Cuidados. La consulta, en la que trabajan dos podólogos, cuenta con una amplísima clientela (con predominio de gente mayor). Las citas se otorgan con semanas de antelación, aunque se tienen en cuenta las urgencias.

"Solo podemos atender infecciones, a diabéticos y anticoagulados, y problemas vasculares "

"Hemos tenido que anular muchas citas; después igual hay que trabajar el fin de semana"

"He trabajado hasta el último día en mis embarazos y ahora estoy al 100% con mis hijos"