- Competiciones deportivas suspendidas, casas de apuestas y salones de juego con las persianas bajadas y un estado de alarma que les obliga a permanecer confinados. La situación, a priori, parece propicia para desengancharse, pero la tentación on line sigue acechando en casa, advierte Ana Estévez, profesora titular en el Departamento de Psicología de la Universidad de Deusto y especialista en juego patológico en jóvenes y adolescentes.

¿Cómo está afectando el confinamiento a las personas que tienen una adicción al juego?

-Todavía no sabemos a ciencia cierta cuáles son las consecuencias. Es muy pronto para hacer un análisis. Quizás la reflexión más importante tiene que ver con cómo los jugadores y jugadoras conectan con su vida.

¿Qué quiere decir exactamente?

-El jugador o jugadora expresaba sus emociones, vehiculizaba su rabia, manejaba su frustración, sus miedos, se aislaba a través del juego, una herramienta que utilizaba para evadirse de los problemas, para desconectar. Eso desaparece y lo que hace es volver a conectarle con las razones por las que jugaba. Quedan encima de la mesa ese miedo, esa angustia, ese dolor, esa ansiedad, esa tristeza porque ya no hay algo que los tapa. De alguna manera esto tiene unas consecuencias.

¿Qué consecuencias puede tener?

-Las consecuencias son diferentes porque los jugadores son diferentes y juegan de manera distinta. Hablamos de juego en general como que es un todo, pero hay muchos tipos de situaciones por las que se juega.

¿Puede citar alguna?

-Por ejemplo, las mujeres normalmente juegan para vehiculizar la tristeza y la ansiedad. ¿Qué pasa si no tengo ese elemento que me calma, ese chupete emocional que es el juego, esa manera de aislarme de todo y no pensar? Puedo sustituirlo por otra cosa que me calme, por otra adicción, o vehiculizarlo de otra manera o puede aparecer todo ese malestar mucho más florido. Si me siento sola, no tengo un objetivo ni una razón para la que vivir, me meto en el juego y tengo la vida solucionada porque pienso el tiempo que tengo que jugar, cómo conseguir el dinero, tapar las mentiras... Eso me lleva muchísima energía y no pienso en otras cosas, como que me siento sola o perdida. En el momento en que ese juego desaparece y ya no tengo esa posibilidad de entretener, la emoción de sentirme sola me conecta con la vida, con la soledad.

El juego es una vía de escape.

-Sí, pero cada joven, cada chaval, lo hace por razones distintas. No hay una única receta ni es para todos. Veremos a ver qué supone quitar el elemento juego para cada jugador y también para las familias.

Que sufrirán las consecuencias...

-Yo tenía un chaval y no sabía muy bien lo que le sucedía o un marido que se iba dos horas a jugar a las máquinas tragaperras y parecía que todo iba normal porque él tenía su vía de escape. De repente, no se está yendo y tengo que abordar cómo es la relación, cómo son las cosas, qué ha pasado... Va a ser muy complicado. Ahí vamos a ver si los jugadores y jugadoras quieren cuidarse y protegerse o si van a buscar una vía alternativa a través del juego on line.

Algunos chavales ya están enganchados al juego 'on line' y ahora, al estar confinados, las horas de juego se pueden multiplicar.

-Una cosa que puede pasar es que utilicen más determinados videojuegos, que no haya juego con apuesta, pero no sabemos muy bien qué consecuencias va a tener en el futuro y si lo que hacen es algo sustitutivo hasta que puedan tenerlo.

¿Van a aflorar nuevos casos que las familias no tuvieran detectados a raíz de este confinamiento?

-Puede ser que afloren casos, pero una de las cosas que los jugadores y jugadoras dicen es que, a veces se sienten tan agobiados por el juego, que se dejan pillar. Van como dejando pistas, miguitas de pan, para que el otro se dé cuenta y se pare porque ellos por sí mismos no lo pueden hacer. Es una manera de decir: Que alguien me salve ya de la situación.

Aunque no dejen pistas, será más fácil darse cuenta al estar todos todo el día entre cuatro paredes.

-Es cierto que la posibilidad de que te pillen es mayor, pero el que juega ha jugado siempre y ha podido jugar en otros sitios. La gente joven puede ir a través de juego on line, sí, lo que pasa es que se necesita una tarjeta. Si voy a jugar a una ruleta, máquinas tragaperras, una timba o a las cartas puedo hacerlo con dinero. Al necesitar una tarjeta de crédito, la detección de la problemática de juego es mucho más rápida.

¿Qué pueden hacer los progenitores que tengan a un hijo o hija enganchados al juego 'on line'?

-Una vez que se detecta, lo más fácil es que el chaval o chavala que tenga 18 años se autoprohíba de bingos y casinos de juego on line. También se recomienda que no solo lo haga el adolescente o el joven, sino todos los familiares, porque si tengo un problema de juego y me autoprohíbo yo, pero puedo coger el DNI de otro familiar para poder entrar estoy en la misma situación.

¿A quién pueden recurrir para solicitar ayuda o asesoramiento?

-Les pueden atender a través de la Federación española de jugadores de azar rehabilitados, que, por cierto, tienen tratamiento on line para las personas que tengan un problema y no puedan salir de casa, como es la situación que existe ahora. También hay un teléfono gratuito al que pueden llamar para pedir toda la información. Pueden solicitar ayuda asimismo a las entidades específicas de juego que hay a nivel de Euskadi o al Colegio Oficial de Psicología, que tiene un servicio específico para personas afectadas. Hay muchos sitios de atención y ayuda, como El Teléfono de la Esperanza, para buscar información.

¿Puede ser este, entonces, un buen momento para dejar de jugar?

-Yo creo que dejar de jugar en este momento es más sencillo, porque una vez que prohíbes el acceso on line tuyo y de toda la familia, salvo que encuentres el DNI de otra persona, es mucho más difícil. Además, hay un servicio para que a los padres y madres nos avisen, con un mensaje al correo electrónico o al teléfono, cuando alguien está utilizando nuestra tarjeta. Aunque el menor no sepa que lo sabemos, estamos avisados y es una herramienta muy positiva.

Hay que controlar el uso de pantallas, pero en el caso de los jóvenes agresivos no debe ser una tarea fácil.

-El control del uso de las pantallas es fundamental, intentar de alguna manera que no estén constantemente conectados a otras cosas y que dejen de estar conectados a ellos mismos, a la familia, etc. Pero es verdad que esta es una situación difícil para las familias en las que pueda haber hijas o hijos agresores, violencia...

El confinamiento se antoja un arma de doble filo: una oportunidad para rehabilitarse o un calvario para las familias.

-Lo importante es que los jugadores y jugadoras conecten con el deseo de mejorar, la importancia de encontrar un sentido a la vida y redescubrir y valorar lo que se tiene. Lo que está claro es que van a tener que enfrentarse a muchas cosas y con una situación obligada que les va a ayudar, sin duda, a dejar el juego.

"Al necesitar una tarjeta de crédito para jugar 'on line', la detección de la problemática es mucho más rápida"

"Una vez que se detecta, lo más fácil es que el chaval y su familia se autoprohíban bingos y casinos 'on line'"

"Esta es una situación difícil para las familias en las que pueda haber hijas o hijos agresores, violencia..."