uando ya he perdido la cuenta de los días de confinamiento, me encuentro apurando la última de las cervezas Corona del lote que compré en el súper, para ambientarme, mientras la turba vaciaba las estanterías del papel higiénico. Me entero en un diario digital francés que las ventas de la marca habían descendido notablemente en Bélgica y los belgas, los mayores expertos en cervezas del mundo, lo achacaban a la pandemia. Tanto es así que sacaron una promoción de un paquete con dos cervezas mexicanas y otra belga denominada Muerte Súbita. Ha sido un éxito. Los belgas, a los que toda Europa tiene por sosos, tienen su punto gracioso. La cerveza Muerte Súbita está elaborada con malta de cebada y trigo, con azúcares añadidos, ¡horror!, fruta madura y cereza. Data de comienzos del siglo XVIII, en el valle del Zenne, muy cerca de Bruselas. El nombre procede de un juego de dados practicado en las tabernas de la región.

Otra curiosidad es el incremento de ventas de la novela de Albert Camus La Peste, publicada en 1947, ambientada en el Orán francés de comienzos del pasado siglo y con un amplio abanico de protagonistas entre médicos, turistas, fugitivos y granujas, muestra los efectos de una plaga sobre la población. Por un lado, la entrega altruista y abnegada, pero por otro, el egoísmo y las miserias en una ciudad devastada. Ya puestos, el más claro exponente de la novela italiana moderna también trata sobre el mismo tema y está ambientada en el Milanesado español, Los novios, del autor Alessandro Manzoni. La trama es más alambicada. Describe con detalle la peste de Milán de 1630 que introdujeron unos mercenarios tudescos. Y más antiguo todavía, 1353, El Decamerón, con su puntito picante y accesible desde Internet. Recomendable en pequeñas dosis. Doctor en Veterinaria