ibe Narvarte y Gilles Cavaletto bailaron anoche el vals de Amélie, en versión orquesta. Confinados en casa, sí, pero no solos; les acompañaron por videollamada decenas de allegados que les arroparon el 20 de marzo de 2010 en su enlace matrimonial. "Hola", se presentaron ante sus seguidores antes de iniciar la cuenta atrás: "3, 2, 1...", y ponerse a bailar. Así celebraba esta pareja de Pasaia ayer su décimo aniversario de boda.

"Para este décimo aniversario teníamos otros planes: solos, frente al mar y con jacuzzi. Suena un poco frívolo ahora, porque la realidad nos ha demostrado, una vez más, que no la controlamos. Nos demuestra también que nos sobran razones para sentirnos afortunadas", aseguró Libe a NOTICIAS DE GIPUZKOA.

Bailaron entre amigos; bueno, en casa estaban solo los aitas de Libe, Enzo y Mari, y los dos hijos del matrimonio, de siete y cuatro años; todos bailando; pero detrás de la pantalla estaban, bailando el vals también, decenas de invitados que a través de Facebook Live compartieron ese mágico momento; el mismo vals que bailaron el día de su boda. Marcado, de nuevo, por "circunstancias extraordinarias"

Sí, de nuevo; porque Libe y Gilles lidiaron poco antes de su matrimonio con el terremoto de Haití, en enero de 2010. Les tocó allí. Y luego el de Chile, un mes más tarde; también les pilló allí. El 20 de marzo, cuando se daban el sí quiero, "aún llevábamos en el cuerpo las huellas de los terremotos de Haití y Chile. "Eran días turbulentos". Y ahora, asegura Libe, trabajadora de una ONG, "nunca pensábamos que nuestro décimo aniversario iba a estar marcado por otra circunstancia extraordinaria, el coronavirus".

"Nos casamos en Donostia, con la presencia de gente muy querida y la compañía de mucha más a distancia", dijo Libe, y ayer también, a distancia, pero cerca, decenas de amigos y allegados vieron cómo diez años después aquel amor continúa vivo. "No hay bálsamo mejor que el cariño de la gente. Hace diez años y hoy, lo tenemos en abundancia", asegura esta pasaitarra de 40 años.

Gilles además es italiano, de Torino, en el norte de Italia, donde tiene familia. "Estamos esperando noticias...", adelanta Libe. Por el momento, ninguno de los familiares de Gilles ha caído contagiado por el coronavirus, pero la tensión es palpable.

Sin apenas tiempo para ensayar el vals, Libe, sin que lo supiera aún su marido, confesaba a este periódico una de las sorpresas que le tenía reservada a Gilles. La misma con la que le sorprendió el día de su boda, en la que los invitados, instigados por ella, fueron con el himno del equipo de fútbol Torino aprendido. "Gilles es seguidor de ese equipo", reconoce. "Le cantaron el día de la boda y eso le hizo sentirse de nuevo más cerca de casa".

"Han pasado diez años y seguimos teniendo motivos para celebrar. Y nuestro celebrar, en este momento tan extraordinario, lleno de incertidumbre, con tanto dolor para tanta gente, con algo de respiro para el planeta, ambivalente, extraño, preocupante..., tiene más sentido que nunca", escribía Libe a sus allegados en la invitación lanzada en redes sociales.

La fe es uno de los sustentos de esta pareja. "Hay una frase del Padre Arrupe que me acompaña estos días: para el presente, amén; para el futuro, aleluya. Por estos diez años y por los que vengan: gracias".

"Para este aniversario teníamos otros planes: solos, frente al mar y con jacuzzi, pero la realidad..."

Pasaitarra de 40 años