donostia - El colapso del vertedero de Zaldibar ha traído consigo una crisis a la que el Gobierno Vasco está tratando de dar respuesta. Si en el accidentado vertedero vizcaino entraron 500.000 toneladas de residuos industriales en 2019, la pregunta ahora es adónde irán a parar las miles de toneladas de desechos industriales que las empresas vascas generan cada año. El vertedero industrial de Epele, cerrado desde 2018, se perfila como la alternativa escogida por la Administración y, aunque la decisión depende de la Mancomunidad de Debagoiena, la instalación ubicada en Bergara tiene una capacidad de 350.000 metros cúbicos (asemejables a otras tantas toneladas), por lo que aunque sea escogida como solución, no deja de ser un recurso temporal.

Los datos no dejan lugar a dudas. En Euskadi se generan al año 6,3 millones de toneladas de residuos, de los cuales el 60% (3,78 millones de toneladas) son de origen industrial, el 21% (1,32 millones de toneladas) proceden de la construcción y la demolición y un 19% (1,2 millones de toneladas) son residuos urbanos. De esa cantidad total, solo el 58% (3,65 millones de toneladas) se recicla, el 6% (378.000 toneladas) van a plantas de valorización energética y el 37% restante (1,33 millones de toneladas) se envía a vertedero.

Con esto en mente, Euskadi está obligada a rediseñar su estrategia de gestión de los residuos industriales si no quiere verse abocada a abrir nuevos vertederos. Así lo asumió ayer el propio consejero de Medio Ambiente, Iñaki Arriola, quien apostó por implantar una “tasa disuasoria” que implique a las empresas en el reciclaje de sus residuos.

Arriola participó ayer en la jornada inaugural de la cuarta edición del congreso de ecodiseño Basque Ecodesing Meeting, donde mostró la necesidad de hacer “una profunda reflexión” sobre el modelo de gestión de residuos a fin de que “no resulte tan cómodo y tan barato optar por el vertido”.

Para el consejero, no es “aceptable ni sostenible” que cada año 1,33 millones de toneladas acaben en los vertederos, por lo que abogó por utilizar “herramientas legislativas y fiscales” para que la opción del vertido sea la menos utilizada por el tejido industrial vasco. “El desastre humano y ambiental que se ha producido en el vertedero de Zaldibar, cuyas causas y responsabilidad habrá que determinar en su momento, nos tiene que llevar a una profunda reflexión sobre el modelo de economía circular que necesitamos construir en Euskadi”, señaló el consejero, que expresó que “las empresas deben integrar de forma clara y transparente la gestión de los desechos como lo que es: un coste de producción”.

Así, defendió la implantación de un canon ecológico de vertido, una “tasa finalista” que ayude a potenciar las soluciones tecnológicas y la valorización, y que, paralelamente, la colaboración público privada permita desarrollar “un mercado secundario de materiales que haga rentable la valorización de residuos”. El Gobierno Vasco propone de esta forma, dar cauce a “iniciativas de aprovechamiento que, aunque supongan un mayor coste económico, redunden en un menor impacto ambiental”.

plan para las mancomunidades La importancia de fomentar el reciclaje y la economía circular en los residuos industriales también ha sido una cuestión planteada en Gipuzkoa, donde la Diputación, que no es competente en esta materia, señaló la pasada semana la importancia de reducir los vertidos. Así se recoge en la propuesta misma que la institución foral ha realizado a las ocho mancomunidades del territorio, a las que ofreció la red de infraestructuras construida para tratar los residuos industriales no peligrosos con características similares a los urbanos: embalajes de tipo comercial, restos de voluminosos, residuos de origen agrícola o ganadero y otros residuos depositados en los garbigunes.

El objetivo de la Diputación es gestionar “la mayor parte” de estos desechos sin necesidad de recurrir a vertederos. y para ello aprovechará la planta de reciclado de envases de Legazpi, la planta de compostaje de Epele y las infraestructuras que componen el Centro Medioambiental de Residuos de Gipuzkoa (planta de tratamiento mecánico-biológico, planta de biometanización, planta de valorización energética o incineradora y planta de maduración de escorias).

“En el peor de los casos, se valorizarán energéticamente, pero la voluntad es reciclar la mayor parte de estos residuos”, ha asegurado el diputado José Ignacio Asensio esta semana en declaraciones a este periódico.

En opinión del diputado de Medio Ambiente, el modelo de gestión no debe pasar por abrir nuevos vertederos, sino por fomentar el reciclaje y la economía circular en el sector industrial. “Al igual que lo hemos hecho con los residuos de carácter urbano, es el momento de dar un impulso a la economía circular en las empresas, para que cada fracción sea tratada adecuadamente y no acabe en un vertedero pudiendo ser reciclada”, señaló Asensio.