donostia - La creciente conciencia medioambiental y la implantación de las nuevas tecnologías se han cobrado su pieza: es el añorado papel, que desaparece paulatinamente de la vida diaria, y muchos lloran su ausencia. La Administración pública, en su carrera digital sin freno, va dejando de enviar a los domicilios las facturas de toda la vida, esas que tan celosamente guardaban en sus carpetas personas mayores que apenas reciben ya correos postales. La gran era de la comunicación aísla, paradójicamente, a un colectivo de personas de avanzada edad cuya vida discurre en Gipuzkoa alejada de las redes sociales. Asisten al cierre de comercios y de sucursales bancarias, y añoran una cultura presencial que se va diluyendo para dar paso a un mundo virtual que les es ajeno.

Servicios de Txingudi anunció recientemente que dejará de enviar por correo postal facturas a los abonados domiciliados. A los pocos días la empresa pública se vio obligada a recular, ofreciendo la posibilidad de continuar con el sistema de siempre para quien lo solicite. El motivo no ha sido otro que el malestar que ha generado este nuevo sistema de comunicación entre el colectivo de personas mayores, a las que ha cogido con el pie cambiado.

"Ni son el demonio, ni hay que abrazarse a ellas acríticamente". Las nuevas tecnologías y las plataformas digitales son de enorme valía siempre y cuando se adapten a las necesidades. El problema que se constata es que hay personas que hasta ahora guardaban celosamente sus facturas de papel, que estaban al día de sus pagos, y que comienzan a perder autonomía y a ser dependientes debido a la brecha digital que se abre entre ellas y la sociedad.

El llamado mundo digital, que hace años vino para quedarse, plantea serios interrogantes entre personas de avanzada edad que no están preparadas para el cambio.

Ocurre todo ello en una sociedad en la que la implantación de la red es innegable. El 80% de la población vasca es usuaria de Internet. Este porcentaje se reduce al 37% a partir de los 65 años, según recoge la Encuesta sobre la Sociedad de la Información en las Familias, del Instituto Vasco de Estadística, Eustat, con datos de 2019.

Dentro de ese 37% de población mayor existen enormes diferencias. De hecho, se puede decir que actualmente la vejez está cuidando de la vejez. Maite Sancho, experta en planificación gerontológica, advierte de que lo primero que habría que plantearse es qué se entiende por personas mayores, porque, a su entender, se mete en el mismo saco a un colectivo muy heterogéneo. "Estamos hablando de varias generaciones que se tienden a mezclar. Hay un bloque importante de mujeres que a partir de 55 años cuidan actualmente de sus padres, que tienen 80 o más. Las hijas sí han accedido a las nuevas tecnologías y son usuarias habituales de las nuevas tecnologías, mientras sus padres son los que se han quedado fuera de la órbita digital", detalla Sancho, vinculada laboralmente durante once años a Matia Fundazioa.

En ese periodo de transición que vive la sociedad vasca hay colectivos que van quedando desenganchados de las Tecnologías para la Información y Comunicación (TICs). Personas muy mayores, algunas con demencias u otro tipo de enfermedades que, de manera consciente y autónoma, o no, viven a espaldas de las tecnologías cuando la Administración pública prioriza agilizar los trámites por esa vía.

Es objeto de debate en muchos municipios. En Donostia, por ejemplo, se ha chequeado el uso que hacen las personas mayores de Udalinfo, la oficina virtual a través de la cual se realizan trámites que en otro tiempo eran presenciales. Los trabajadores de este servicio refieren que las personas "de edad" se manejan bien, pero se constatan problemas entre sectores de población "muy mayor", que no aciertan con el sistema de notificaciones telemático. "Antes se sentían dueñas de su día a día y ahora viven este cambio con inseguridad. Sienten que están perdiendo autonomía y piensan que este nuevo mundo no es para ellas, que no están para afrontar el reto", observa Eva Salaberria, responsable del Plan Ciudadano Donostia Lagunkoia.

Hace ya una década que Donostia se adhirió a la Red de Ciudades Amigables. Con el tiempo se ha convertido en una herramienta útil para hacer frente a los retos que debe afrontar la ciudad ante el incremento de personas mayores, con cuyas aportaciones se cuenta. "Se han dado avances, pero quizá respecto a los sistemas de comunicación on line con la Administración persiste el reto de dotarnos de herramientas más intuitivas y adecuadas para evitar la brecha digital", sopesa Salaberria.

El Gobierno Vasco están incorporando sistemas de lectura fácil, creando herramientas que permitan un uso más ágil. Como dice Adriana Martínez, el digital es "un mundo lleno de matices". La directora de APTES, la Asociación para la Promoción de la Tecnología Social, entiende que no se puede hablar desde la equidistancia. "Por un lado se tiende a demonizar a las nuevas tecnologías, pero por otro nos encontramos con mayores que viven solos y que han creado sus grupos de WhatsApp. Para estas personas, recibir un Egun on todos los días les da la vida", asegura. Cree que hay que distinguir dos planos: accesibilidad y usabilidad. "El primero está muy desarrollado, pero con respecto al segundo hay más claroscuros, porque hay servicios digitales que no tienen en cuenta a las personas mayores, y ese es un reto que hay que afrontar", sostiene.

Es un debate que se ha abierto. La asociación APTES y Donostia Lagunkoia han celebrado encuentros para reflexionar juntos sobre el papel de las TICs en la construcción de relaciones y vínculos comunitarios. "Las plataformas digitales deben partir de la necesidad del usuario. Se tienen que construir redes presenciales y usar la tecnología en la medida en la que aporte valor y calidad de vida, no en sustitución a las relaciones presenciales. Las TICs deben estar al servicio de las personas, no por encima de ellas, y nunca pueden a sustituir las relaciones personales". Son algunas de las conclusiones recogidas durante interesantes procesos de reflexión.

Para Maite Sancho, la clave para evitar la brecha digital está en crear grupos de apoyo que sean impulsados desde los ayuntamientos pero integrados por miles de voluntarios. "Hace falta una sociedad más colaborativa, valiéndonos de personas de cierta edad, ya jubiladas, que pueden ayudar a otras", defiende.

reflexiones

"El sector de 55 años en adelante usa las redes, pero son sus padres quienes viven al margen del mundo digital "

maite sancho

Experta en planificación gerontológica

"A mayores que han creado sus grupos de WhatsApp les da vida recibir un 'egun on' cada día"

Adriana martínez

Directora de APTES

"Hay quienes se sentían dueñas de sí mismas y ahora viven este cambio digital con inseguridad"

eva salaberria

Responsable del Plan Ciudadano Donostia Lagunkoia

Aprendizaje. Parte de la sociedad tiende a creer que las personas de cierta edad no pueden o no quieren aprender nada sobre nuevas tecnologías. Especialistas en neurociencia y cognición explican que el envejecimiento causa cambios en el lóbulo temporal medial, la parte del cerebro asociada con el nuevo aprendizaje. La materia blanca, o mielina, que acelera la transmisión de información de una célula cerebral a otra, empieza a alterarse. Esto provoca que "necesiten más tiempo para aprender a usar algo, pero no que pierdan por completo la capacidad de aprender". Aseguran que las personas mayores que aún trabajan, o que pasan tiempo con familiares más jóvenes que usan la tecnología, son más propensas a aprender a usarla. "La tecnología que interesa a las personas mayores tiene que resultarles fácil de usar, asequible y atractiva". Estados Unidos ya ha comenzado a crear herramientas contando con la colaboración de personas de hasta 90 años.

tecnología para personas de 90 años

investigación