donostia - Un estudio sobre los jóvenes de "segunda generación", los que tienen al menos un progenitor de origen extranjero, concluye que la sociedad vasca camina hacia una diversidad en armonía, pero matiza que todavía son poco frecuentes las relaciones entabladas entre estos jóvenes y los de ascendencia autóctona.

Así figura en un informe que ha realizado el Observatorio Vasco de Inmigración, Ikuspegi, para estudiar a las llamadas "segundas generaciones", hijos de personas de origen extranjero que o bien han nacido en el Estado o bien han sido reagrupados con cuatro años o menos. Se calcula que un 16% del total de los jóvenes del País Vasco tienen una ascendencia extranjera.

Los autores del estudio -Maddalen Epelde y Oier Ochoa de Aspuru- explican que todavía "no es muy notoria" la presencia de las segundas generaciones y, por consiguiente, son poco frecuentes las relaciones entre autóctonos y de origen extranjero. Por ejemplo, todavía es escasa la presencia de parejas mixtas.

Entre los factores que pueden favorecer (o desfavorecer) ese contacto entre jóvenes de ascendencia autóctona y extranjera, los jóvenes a los que se ha preguntado en el estudio mencionan cuatro como los más importantes: el idioma, el ámbito educativo, la cultura y la edad de llegada.

latinoamericanos En el caso del primero, los latinoamericanos parten con ventaja al conocer uno de los dos idiomas oficiales, aunque también se destaca que en los casos en los que las segundas generaciones han empezado los estudios en modelo D se dice que han aprendido el euskera sin ningún problema. Eso, muchas veces, genera simpatía por parte del alumnado de ascendencia autóctona.

En la educación, el estudio considera que es vital que el profesorado propicie relaciones normalizadas entre el alumnado, cosa que algunas veces se ha visto que no se hacía.

Por parte de los progenitores (autóctonos) también se detecta un rechazo hacia que sus hijos e hijas puedan compartir clase con una persona de ascendencia extranjera, y por ello deciden hacer la matrícula en centros privados o concertados a los que los progenitores migrantes normalmente no pueden optar por tener un nivel socioeconómico más bajo. "Nos encontramos pues, dentro del ámbito educativo con otra división -aparte de la del idioma- que tiene que ver con el nivel socioeconómico y hace que la relación entre jóvenes de ascendencia autóctona -nivel socioeconómico medio- alto- y extranjera -nivel socioeconómico medio-bajo- se vea dificultada", concluyen los autores.

También se habla de un choque cultural que en algunos casos se ha visto que actúa como impedimento a la hora de establecer relaciones entre la diversa juventud vasca. Se comenta, por ejemplo, que las segundas generaciones descendientes de ciertos orígenes mantienen distintas costumbres de ocio, limitándose muchas veces a ir de casa al colegio y del colegio a casa.

Además, se recalca la ausencia de relación entre chicas de ciertas ascendencias foráneas y chicos autóctonos debido a las diferentes concepciones respecto a las relaciones entre géneros.

Otro de los aspectos que destaca el estudio es que la propia cultura vasca tampoco facilita la creación de vínculos con otras personas, ya que las cuadrillas son muy cerradas y una vez formadas es difícil acceder a ellas. El último factor que determina la mayor o menos relación con la sociedad de acogida es la edad de llegada. - Efe