Gasteiz - Hoy se cumplen seis años de la desaparición en la región colombiana de La Guajira del joven vitoriano Borja Lázaro sin que haya ningún indicio nuevo ni avances en una investigación que, aunque no está cerrada oficialmente, se encuentra en vía muerta. "Ves que va pasando el tiempo y están igual que al principio, no hay nada nuevo", precisa Sergio Lázaro, hermano de Borja, un ingeniero informático aficionado a la fotografía que fue visto por última vez la noche del 7 al 8 de enero de 2014 en una posada de la localidad costera de Cabo de la Vela.

Lázaro estaba en la zona haciendo un reportaje fotográfico y las últimas horas las pasó tomando unas copas junto a dos turistas alemanas, dos chilenas y unos colombianos. Sus pertenencias, entre las que estaban sus cámaras de fotos y la documentación, fueron encontradas en el hostal. En un primer momento, la Policía colombiana barajó diversas hipótesis: que fuera secuestrado, que se ahogara en el mar o que se introdujera desorientado por esta península semidesértica del norte de Colombia. Las dos primeras perdieron peso al no haber petición de rescate y no haber devuelto el mar su cadáver.

Media docena de años después, "no hay nada nuevo. Seguimos esperando saber qué es lo que pudo pasar", remarca el hermano de Borja Lázaro, quien indica que por primera vez en este tiempo la familia no ha convocado una concentración en estas fechas y ha optado por organizar un concierto el sábado en un bar de Gasteiz para evitar que se olvide el caso.

Siguen abiertos los contactos con la Ertzaintza y con el Ministerio de Exteriores, y les trasmiten que en las reuniones que existen con representantes de Colombia se habla del asunto. Sin embargo, "a nivel de investigación no se producen avances", lamenta.

La noche del 7 de enero de 2014, Borja, que había llegado el día anterior, compartió cabaña con diez personas. Cenó con Lion Beharkremer y otros turistas, y alrededor de las 22.30 horas, cuando el dueño apagó las luces, el joven gasteiztarra salió con su amigo alemán, dos colombianos y tres chilenas. A las 4.00 horas Beharkremer acompañó al fotoperiodista alavés a la cabaña y le ayudó a acostarse. Una hora después ya no estaba en la hamaca. El dueño de la posada creyó que se había ido sin pagar la cuenta. Lion Beharkremer partió a la playa de Punta Gallinas sin él. Pensó que su amigo estaría cerca, sacando alguna fotografía. - Efe