donostia - El entorno de Unai Dominguez apenas ha podido asumir la noticia de su muerte. El joven lazkaotarra vivía en su municipio natal, tenía una hermana y novia y trabajaba en Ampo, una fundición situada en Idiazabal. Le encantaban los perros; de hecho, tenía dos. Pero, sin duda, su gran pasión eran las motocicletas.

Según fuentes cercanas al fallecido, era muy aficionado a ellas y a los coches; pero sobre todo a las motos. Solía ir a circuitos cerrados y a quedadas de motoristas.

También acudía frecuentemente al gimnasio. "Nos conocíamos desde hace bastante tiempo. Siempre hemos andado en el mundo del gimnasio", explicó ayer a NOTICIAS DE GIPUZKOA Jon Aranburu, un amigo del fallecido que es de Idiazabal. Se conocieron en unas fiestas y a partir de ahí, mantuvieron una relación estrecha. "Nos veíamos en la juergas, íbamos a cenar juntos, paseábamos a los perros...", recordó Aranburu.

Según él, Dominguez era una persona trabajadora. Le gustaba mucho bromear y era muy alegre, una buena persona, "de esos que trasmitían buenas vibraciones". Aranburu también recalcó que a su amigo le gustaban mucho las motos e intentó encontrar el lado bueno a la tragedia: "Por sacar algo positivo del fallecimiento, murió haciendo lo que le gustaba, era su pasión".

Otros conocidos también escribieron ayer en Facebook mensajes de consternación tras enterarse de la desgracia. "Que injusta es la vida... un chico joven, guapo, trabajador, honrado, querido por todos... no es justo!!! Allá donde estés siempre te recordaré", decía uno de los mensajes. "Ráfagas al cielo por nuestro amigo y compañero de rutas Unai Dominguez, Pastor para los amigos..." se podía leer en otro.

Unai Dominguez es el primer motorista que fallece este año en la CAV y ha dejado un gran vacío en su entorno. - Sara Ibarguren