GASTEIZ - "Hay que rebatir sus argumentos con datos objetivos y clarificadores, no dejándonos engañar ni confundir, ni dejar que engañen ni confundan a nadie, y al mismo tiempo, reforzando consensos y generando nuevas alianzas que nos ayuden a avanzar". Esta es la receta de la directora de Emakunde para combatir el discurso de quienes niegan la violencia de género, que el año pasado dejó 55 mujeres asesinadas por sus parejas y exparejas sentimentales.

Desde 2003 han sido asesinadas 1.033 mujeres por sus parejas o exparejas y según el Observatorio de Violencia de Género, el año pasado hubo 55 víctimas mortales de la violencia sexista. Otro año negro.

-Los datos son durísimos en la medida en la que estamos hablando de vidas sesgadas cuyo impacto en su entorno es terrible y, en consecuencia, también en toda la sociedad. Los casos evidencian que hay que continuar trabajando sin bajar la guardia y si cabe con más determinación para tratar de prevenir estas situaciones. En todo caso, en lo que se refiere a Euskadi, podemos decir que 2019 ha sido el primer año desde que se recogen estadísticas, en que no ha habido ninguna mujer asesinada por su pareja o expareja.

No consuela entre tanto horror.

-Como digo, los datos, las denuncias, ponen de manifiesto que no podemos bajar la guardia, pero creo que este es un paso a destacar en la medida en que es una novedad en estos últimos 16 años y estoy convencida de que ha sido fruto del trabajo compartido desde diferentes ámbitos de nuestra sociedad: las organizaciones feministas, la ciudadanía, las instituciones€ Sin duda, la ciudadanía está más concienciada en contra de la violencia hacia las mujeres, la coordinación entre instituciones va en aumento, se avanza en el empoderamiento de las mujeres, también los hombres están implicándose cada vez más, la movilización social es cada vez mayor y vemos que las nuevas generaciones de mujeres siguen la cadena del feminismo€

¿Cuáles son las medidas que se deberían abordar urgentemente?

-Tenemos que tener muy presente que estamos ante un problema global, estructural y multidimensional, en cuya base está la falta de igualdad. Teniendo esto en cuenta es como se ha planteado la estrategia de trabajo en Euskadi, siendo muy conscientes de que no existen fórmulas mágicas para avanzar, sino trabajo constante. No se puede acabar con la violencia hacia las mujeres mirando únicamente la punta del iceberg de un problema que está arraigado en nuestra sociedad, en nuestros valores y creencias, en nuestra educación, como es la desigualdad de mujeres y hombres. Para acabar con la violencia hacia las mujeres es necesario construir una sociedad igualitaria y bien sabemos, como digo, que no es algo que se consiga de un día para otro o con medidas en un único campo de acción.

¿Por dónde hay que continuar con el trabajo?

-Hay que continuar trabajando desde diferentes ámbitos para acabar con esa desigualdad, para posibilitar el necesario cambio de valores que contribuya a construir sociedades igualitarias, libres de violencia contra las mujeres. Desde las instituciones trabajamos para hacer frente a esta vulneración de derechos, por un lado, desde el ámbito preventivo, y por otro, tratando de prestar la mejor de las atenciones a las víctimas que se están enfrentando a estas situaciones.

Lo prioritario será garantizar la seguridad y empatía hacía las mujeres que denuncian.

-Tenemos que seguir mejorando para que las mujeres que puedan sufrir estas situaciones sientan que están en el centro, que las comprendemos, y se sientan arropadas. Hay que reforzar el trabajo realizado desde los diferentes ámbitos, porque a medida que vamos conociendo mejor esta realidad surgen nuevos desafíos a los que responder. Y dar respuesta a los nuevos desafíos es lo que pretendemos con la modificación de la ley vasca para la igualdad de mujeres y hombres. No podemos olvidar que hasta hace unos quince años este era un asunto que se gestionaba en el ámbito privado. En cualquier caso, lo que es clave es que todas las personas que conformamos esta sociedad nos sintamos interpeladas en la 2 Una entrevista de Idoia Alonso f Fotografía Josu Chavarri consecución de este objetivo y que desde nuestros espacios de decisión trabajemos diariamente para conseguirlo.

El caso de 'La Manada' sirvió para abrir un debate social sobre el machismo que está instalado en el ámbito de la justicia, al tiempo que la sentencia del Tribunal Supremo dio pie a un fallo ejemplar como el de la violación grupal de los jugadores de la Arandina. ¿Están cambiando las cosas a mejor o ha sido un espejismo?

-El machismo está presente en todos los ámbitos de nuestra sociedad y lo vemos cada día. Pero también podemos observar que tenemos una sociedad cada vez más concienciada, sensibilizada y exigente en materia de igualdad, que está impulsando un cambio. Si algo ha cambiado en estos años es la percepción en torno a este problema estructural. Son evidentes los desafíos, pero tampoco podemos negar los avances en materia de igualdad entre otras cuestiones porque no han venido del aire, sino gracias al esfuerzo, compromiso constante e implicación de muchísimas personas desde diferentes sectores. En cualquier caso, lo que ha quedado claro es que incluir la perspectiva de género enriquece el ámbito del derecho y la justicia, como enriquece todos los demás ámbitos de la sociedad. Y que, en este sentido, la formación de los profesionales en perspectiva de género es un asunto vital.

En paralelo, se extiende el discurso negacionista de Vox. ¿Qué opinión le merece la postura del partido de Abascal?

-Lamentablemente la historia del feminismo nos muestra que los avances en materia de igualdad van precedidos de fuertes reacciones contrarias. Esto es algo que ya había llegado a otros países de Europa, a Estados Unidos y ahora también aquí. Están negando pilares básicos de la democracia, negando derechos humanos, lo que es realmente preocupante. En materia de violencia contra las mujeres, a pesar de que tanto la Organización Mundial de la Salud, la ONU, la Unión Europea, el Consejo General del Poder Judicial, la Fiscalía General del Estado o los diferentes organismos de igualdad, evidencian a través de diferentes informes la violencia que sufren las mujeres por el mero hecho de serlo, están reabriendo discursos superados en relación a esta vulneración de derechos, tratando de generar división y confusión. No podemos permitir que nadie ponga en cuestión que la violencia contra las mujeres es un problema estructural, urgente, con connotaciones específicas que la hacen diferente a otros tipos de violencia, una vulneración de derechos humanos, que solo se solucionará con más igualdad.

¿Esta corriente que hace apología contra el feminismo pone en riesgo los avances alcanzados?

-Lo que esta sucediendo pone de manifiesto algo que es sabido, que es que tenemos que estar alerta porque el riesgo de retroceso siempre está ahí y no podemos dar nada por sentado. Por tanto, es clave que quienes tenemos claro que hay que seguir trabajando por la construcción de una sociedad igualitaria libre de violencia contra las mujeres, rememos en la misma dirección con el convencimiento de que esta es la vía para avanzar.

¿Cuál es la mejor manera de combatir estos discursos?

-Teniendo muy claro que su actitud obedece a una reacción orquestada, rebatiendo sus argumentos con datos objetivos y clarificadores, no dejándonos engañar ni confundir, ni dejar que engañen ni confundan a nadie, y al mismo tiempo, reforzando consensos y generando nuevas alianzas que nos ayuden a avanzar. Son discursos que generan mucho ruido, pero que no se sostienen y que pierden toda su fuerza en un debate sosegado y realista.

¿Qué mensaje lanzaría para 2020?

-Me gustaría hacer un guiño a todas esas mujeres que nos abrieron el camino y lanzar un mensaje de esperanza a las generaciones futuras. En este sentido creo que tenemos la obligación de continuar trabajando por un mundo mejor y esto implica necesariamente trabajar por un mundo más igualitario en cuya consecución nos tenemos que sentir interpeladas todas y cada una de las personas que conformamos esta sociedad. Este tiene que ser un trabajo en equipo porque todas las actuaciones, hasta las que puedan parecer más insignificantes, cuentan, para lo bueno pero también para lo malo.