- El agrio debate que la víspera se había generado en la Cámara vasca al mezclarse el pasado de Euskadi con el futuro de Ucrania proyectó su sombra también sobre la jornada de ayer. Y lo hizo en los mismos términos, con las palabras, concretamente la palabra “condena”, condicionando de nuevo el desarrollo del debate.

Ante sendas iniciativas de EH Bildu, el lehendakari apretó con este término hasta en cinco ocasiones a sus representantes, primero a Maddalen Iriarte, después a Iker Casanova. Iñigo Urkullu situó esta cuestión como condición previa a cualquier entendimiento futuro sobre esta materia. “Nosotros mostramos nuestra condena clara, y ésta es la máxima ética que deberíamos aplicar a cualquier situación, presente, pasada y futura, pero no sé si compartimos esta máxima ética” y eso hace imposible el encuentro. “No sé por qué se sienten tan aludidos por una alusión genérica a la condena. ¿Tanto miedo tienen en usar esta palabra?”, afirmó tajante Urkullu.

Lo que ocurre en Ucrania es una “inaceptable agresión”, no tenemos “ningún miedo” a “llamar a las cosas por su nombre”, respondió una EH Bildu que insistió en que su rechazo a la actuación de Putin ya ha quedado meridianamente clara.

A partir de ahí, la portavoz Iriarte optó por “no subir el tono” de su intervención para no “embarrar el debate” como había sucedido en el Pleno anterior. “No insista en insinuaciones que sólo sirven para desviar” la atención. “Usted quiere encerrarse en su torre de marfil y negarse al diálogo, cuando le estamos tendiendo la mano. Dejen de despreciar esta oferta”, concluyó por su parte Iker Casanova. Pero el lehendakari no estaba por templar gaitas y aún ahondaría en este cara a cara.

Lo hizo al responder a la llamada de EH Bildu a trabajar juntos enumerando las “medidas urgentes” que ya ha tomado su Ejecutivo para articular su primera respuesta a la crisis de Ucrania, ante la que la coalición le reclamaba proteger a los ciudadanos y darles “seguridad” paliando consecuencias socioeconómicas como las que se derivan del aumento de los precios de gasolina, luz y gas.

Casanova le pidió avanzar hacia la “cogobernanza”. Chivite lo está haciendo en Navarra, y “a 350 kilómetros”, Pedro Sánchez también, invitaba Iriarte. Pero Urkullu matizaba que una cosa es la cogobernanza y otra participar de la acción política como estaban haciendo en la Cámara. “No enrede usted”, zanjaba un Urkullu al que EH Bildu vio ayer “agresivo”. Y de nuevo, el debate terminológico devolvía toda posibilidad de avance en este debate a la casilla de salida.

El Pleno de Control aún sería escenario ayer de otra refriega con el lehendakari como protagonista y la imposición o no de un cordón sanitario a Vox.

Su parlamentaria, Amaia Martínez, tomó la sentencia judicial que insta a la Cámara a ampliar sus tiempos de intervención y su capacidad de presentar iniciativas por bandera. Y si bien conocida la sentencia puso su punto de mira sobre la Mesa del Parlamento, ayer lo situó sobre el Ejecutivo. Acusó al lehendakari de “seguir con su trama mafiosa” aun sabiendo que el cordón sanitario “era ilegal” y reclamó “depurar responsabilidades”.

“En absoluto”. No existe tal cordón, respondió Urkullu. Sus posicionamientos contrarios al autogobierno, sus “discursos xenófobos y de acoso dirigidos contra inmigrantes y menores” y “su tibieza y contradicciones sobre la invasión de Ucrania” son los únicos culpables de su soledad parlamentaria. “Son ustedes los que construyen un muro. El problema no lo tienen ustedes con el Parlamento Vasco, el problema lo tienen con sus propias ideas y el impacto que estas provocan en la Europa democrática, cívica y plural”, zanjó.

Berango. El PP llevó a la Cámara el reciente recibimiento a Ibai Aginaga en esta localidad vizcaina, gobernada por el PNV. Carmelo Barrio pidió responsabilidades a la consejera de Justicia: “¿Miran hacia otro lado? ¿Comparten algún objetivo? ¿No piensan en las víctimas?”. Escandalizada, Beatriz Artolazabal recriminó sus palabras a Barrio y, tras reiterar su condena ante este tipo de actos, explicó que es la propia Audiencia Nacional la que impide prohibirlos “de manera preventiva”.

“Es la máxima ética que deberíamos aplicar a cualquier situación, y no sé si la compartimos”

Lehendakari