- El PNV se ha enfrentado al riesgo de quedar relegado. Pedro Sánchez podía amarrar los votos para los presupuestos por otras vías, y se especulaba con que la izquierda aber-tzale pudiera tener un mayor protagonismo que desplazara a los jeltzales o los volviera prescindibles. Pero el PNV está cerrando con el Gobierno español una negociación donde el goteo de acuerdos ha sido una constante. Desde que la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, apostó por PNV y ERC como socios prioritarios, el grupo de Aitor Esteban, por ejemplo, ha podido desbloquear la gestión íntegra del pago del Ingreso Mínimo Vital desde Euskadi durante la tramitación de las enmiendas a la totalidad.

Supuso un punto de inflexión para recuperar la confianza perdida: el acuerdo llevaba un año sin cumplirse. El PNV cree que sigue siendo un socio valorado por Sánchez por el mensaje de estabilidad que lanza al mundo económico y a Europa.

En las enmiendas parciales, además de los acuerdos ya anunciados, ha pactado el aumento de las frecuencias del tren Bilbao-Karrantza, las obras hidráulicas del canal de Añarbe y la depuradora de EDAR Galindo en Sestao, el blindaje de la foralidad para garantizar que la deuda de Euskadi se fije de manera bilateral con el Estado, la competencia para designar a interventores y secretarios municipales, que se aplique la tasa simplificada al vehículo eléctrico en el puerto de Pasaia, y el adelanto de varios cambios en la Ley del Deporte que afectaban al Amorebieta y el Athletic.

El polémico tijeretazo de las enmiendas que ha afectado masivamente a los grupos no se ha cebado tanto con el PNV. Le han vetado propuestas sobre las tasas de reposición o la rebaja del IVA de las peluquerías que también pedían otros.