- “Si alguien se piensa que este conflicto entre Catalunya y España se podrá resolver sin la participación de JxCat, va mal encaminado”. La advertencia de Jordi Puigneró no es baladí. La decisión de Pere Aragonès de excluir a Junts en la mesa por designar como representantes a los presos indultados Jordi Sànchez y Jordi Turull mantiene en vilo la supervivencia del acuerdo de legislatura. Los socios de gobierno tratan de reconducir la crisis pero lo hacen sin dejar de echarse los trastos a la cabeza y enrocados en su visión de la jugada. El vicepresident niega la existencia de un pacto verbal, y aún menos escrito, con Esquerra para formar una delegación exclusivamente con consellers; mientras que la consellera de Presidència, Laura Vilagrà, rechaza un veto de Moncloa a esos nombres, como sospechan los posconvergentes.

“No nos excluimos de la mesa, hemos sido excluidos. Nos sentimos vetados”, suscribió ayer el dirigente de Junts, que entiende han cumplido de forma “leal y escrupulosa” lo que recoge el acuerdo de legislatura, ciñéndose a su literalidad, donde se señala que la representación catalana sería escogida “por consenso y nombrada por el Govern, con la voluntad que represente la pluralidad del proyecto independentista”. De esta forma Puigneró replicó el acuerdo verbal sobre el que insistió Vilagrà: “¿Nos enseñan este acuerdo? Ha habido conversaciones en las que nos manifestaron su voluntad de que en la mesa solo hubiera miembros del Govern. Era la voluntad de una de las partes, y nosotros dijimos que miraríamos qué posibilidades y opciones había”, argumentó.

JxCat incide en que Aragonès no optó por retirarles de la mesa de manera unilateral sino siguiendo indicaciones del Gobierno español, y calificó como “muy feo” que además lo hagan con personas como el secretario general del partido y el del exconseller y vicepresidente de la formación. “Alguien nos tendrá que explicar si esta era una condición sine qua non del Gobierno de España para sentarse a negociar. A nosotros nos podría no gustar alguna de las personas de ERC, pero JxCat acepta todos los nombres”, valoró el posconvergente e n RAC1. Con todo, Puigneró cree que el Govern no está en peligro y negó que el president acusara a Junts de actuar con deslealtad. “No hay una crisis pero sí una tensión que estamos intentando encarrillar”, zanjó.

También Vilagrà se esmeró en pasar de puntillas por la crisis, afirmando categóricamente que Moncloa no conocía la propuesta de Junts, por lo que no pudo vetarla, y negó además que lo haya hecho Aragonès: “Desde ERC no hemos vetado ningún nombre, hemos dicho que lo teníamos que poder consensuar y hablar”. De hecho, cree que la situación actual representa un aprendizaje y que ambas formaciones del Govern deben conversar mucho más y tener más tiempo para hacerlo, pero “no es un tema insalvable en ningún caso, hay horas para salvarlo de cara a la próxima sesión de la mesa de diálogo”. Para la dirigente de Esquerra, hay buena relación entre los consellers de ambos partidos y descartó que se haya roto la confianza, precisando que a menudo los elementos de distorsión parten de “diferentes visiones dentro de Junts”.

Aragonès conoció las intenciones de JxCat por una llamada de Jordi Sànchez justo antes de entrar en el Consell Executiu, y fue entonces cuando dio un golpe sobre la mesa. Nunca mejor dicho.

Libertad de expresión. El conseller de Empresa y expresidente del Parlament, Roger Torrent, tachó de “injusta” la causa contra él por desobedecer al Constitucional y advirtió de que una condena sentaría un “precedente nefasto y peligroso” porque “limitaría la libertad de expresión” en la Cámara. Así se expresó ayer antes de declarar en el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC), donde recordó que los letrados no recomendaron parar las resoluciones independentistas y que la función de la Mesa es precisamente “garantizar que se pueda hablar de todo en la sede de la soberanía nacional” sin ninguna “censura, limitación o coerción”.