ran cerca de las 22.00 horas de la noche del viernes 11 de octubre de 2019 cuando aparqué el coche en el jardín de Martxalin Arbelbide, viuda del admirado y querido compañero de partido también, Manex Pagola. A las 00.00 finalizaba el plazo para presentar los avales de mi candidatura a la Secretaría General de EA. Previamente, a las 19.20 horas de ese mismo día, pude recoger un sobre de un bar de Hendaia que contenía un trozo de papel con 20 nombres; el listado de afiliación de Iparralde. Me entristeció comprobar en qué habían convertido la estructura de EA en Iparralde; aunque me congratuló descubrir que personas referenciales del partido seguían al pie del cañón.

El trozo de papel solo detallaba nombres y apellidos; sin dirección ni números de teléfono. Quedaba cada vez menos tiempo y, a través de Koldo Amezketa, conseguí el teléfono de Martxalin. Juan Pablo Zabala, quien acompañara siempre hasta sus últimos días al genio y compañero de partido Néstor Basterretxea, me facilitó otros datos de contacto.

Desde que anuncié mi candidatura solicité acceder al listado de la afiliación de Iparralde al que tenía derecho para poder contactar con la afiliación y solicitarles el aval. El martes 8 de octubre solicité acceder a él en Iruñea; el miércoles 9 recibí la contestación "El listado estaba depositado en la sede de Baiona y debía ir a recogerlo en persona". Me dirigí a Baiona y me encontré la sede cerrada. Lo comuniqué a la Comisión de Organización Electoral (COE) y me respondieron con una escueta reproducción del reglamento de primarias: "Los censos estarán a disposición del precandidato en las sedes territoriales"; es decir, "manzanas traigo". El jueves denuncié la situación ante toda la Asamblea Nacional y mostré el periódico Sud Ouest comprado ese mismo día en un kiosko de Baiona; el viernes, tanto la mañana como la tarde las pasé en Baiona esperando que me abriesen la sede; puse todo en conocimiento de la COE. Allí no apareció nadie. A las 18.50 horas del viernes la responsable liberada de Iparralde me comunicó que tenía ella el listado; me los dejó en un sobre en un bar de Hendaia.

Jesús Mari Agirrezabala, exalcalde de Deba, me facilitó el teléfono de Haritza Camblong quien, a pesar de no compartir las controversias internas, avaló mi candidatura para posibilitar que fuese la afiliación quien eligiese a su secretario general y me guió para llegar en Urketa a la casa de Manex y Martxalin. Os aseguro que no es sencillo; mucho menos de noche y con la presión de la cuenta atrás.

Pero al aparcar el coche en el jardín, me estaba esperando con la puerta abierta y una gran sonrisa Martxalin. Me daba reparo las horas en las que se producía la visita; en Euskal Herria los hábitos horarios de las cenas y el momento de acostarse tienen su propia especificidad en cada territorio. Me recibió con una botella de vino y un poco de queso para picar. Le expliqué la situación, cuáles eran los objetivos de mi candidatura, recordamos a Manex... Al salir por la puerta de aquella casa, con su aval en mi mano, sentí que todo valía la pena y continué conmovido mi periplo nocturno por Iparralde en busca de avales. Logré siete.

El jueves 22 de julio de 2021 recibí la noticia de que la sentencia de la sala de la Audiencia Provincial de Álava declaraba vulnerado mi derecho fundamental de asociación por parte de EA. La sentencia anulaba expresamente el proceso de primarias en el que fue proclamada Eva Blanco secretaria general, y ordenaba repetir las primarias con garantías de que no se reprodujesen las condiciones y actuaciones que vulneraron mis derechos. Mi memoria me llevó inmediatamente al 14 de octubre de 2019, día en que la COE declaró nula mi candidatura. Una COE compuesta por Bego Landa, presidenta de la Asamblea Nacional, Mariano Alava, secretario de Organización, y el que fuera secretario general en funciones Joseba Gezuraga. Me anularon cuatro avales de Iparralde por supuestos "defectos de forma" (ni siquiera dieron plazo de subsanación); consideraron solo tres los avales válidos y, a pesar de que existían resoluciones del Tribunal de Garantías que dictaminaba que eran necesarios 50 avales en total, sin mínimo por territorios, decidieron anular mi candidatura. Yo había recibido más de 400 avales; Eva Blanco apenas 55.

Ese día, el 14 de octubre 2019, de igual modo que hoy, la sensación de atropello e injusticia hacía aflorar los ojos y las caras de las centenares de personas avalistas. Todas y cada una de ellas. Más de cuatrocientos motivos, cada uno con su perspectiva propia que convergieron en avalar mi candidatura. Algunos, como el profesor Jesus Mari Larrazabal o el aguerrido y querido compañero Javier Larreina, no podrán sentir el alivio que procura la justicia de esta sentencia; y otros, si solo tienen acceso a información de los boletines internos de Eusko Alkartasuna en su web, no conocerán la profundidad de una sentencia que debe servir de guía para saber cuál es el camino que EA debe transitar para recuperar su democracia interna. De hecho, en todas sus valoraciones públicas omiten deliberadamente que la sentencia declara vulnerados los derechos fundamentales del afiliado Maiorga Ramirez y continúan en su vilipendio.

Pero la sentencia revela mucho más. Ahora sabemos que Eva Blanco contaba con los avales de su candidatura antes de formalizarla. No requirió el acceso al listado de afiliación de Iparralde; como me desvelaron afiliados con los que contacté en ese breve espacio de tiempo, era la misma persona liberada del partido que custodiaba el listado quien recopilaba avales para la compañera Eva Blanco. Es decir, la persona liberada que dejó el listado de afiliados en un sobre en un tablón de anuncios de un bar en Hendaia a las 19.20 horas del viernes 11 de octubre de 2019, a escasas horas de expirar el plazo; aquella que nunca estuvo en la sede, lugar al que me "debía dirigir en persona para acceder al listado" según la COE, era la encargada de hacerle el trabajo a Eva Blanco antes incluso de la presentación de su candidatura. Como dice la sentencia "es evidente que la única candidata proclamada no necesitaba consultar dicho censo para recopilar avales". Ella se lo perdió. Se perdió el honor y enriquecedor placer de charlar y visitar a la afiliación.

Probablemente en aquellos momentos algunos miembros de la COE, mientras discurrían nuevos tormentos de una imposible Yincana, pudieron regocijarse ante cada malvada astuta respuesta que brindaban a mis desesperadas solicitudes de acceso a los datos. Desconozco cuál será ahora su reacción ante la sentencia. Pero lo cierto es que la constatación de que Eva Blanco se sirvió del favor del "aparato" para obtener una posición privilegiada y ser la directa beneficiaria de la anulación de una candidatura que contaba con más de 400 avales debe implicar una lección y una obligación. La lección de lo que nunca debió suceder. Y la obligación, como mínimo, la de sentarse a acordar medidas para que nadie en EA vea nunca de nuevo vulnerados sus derechos fundamentales.

En mi caso íntimo, la lección es que la extensión y dureza del camino no debe hacernos tirar la toalla si estamos convencidos de la nobleza de nuestro propósito; y la obligación, entre otras muchas cosas, y siendo en realidad un privilegio, volver a casa de Manex y Martxalin a hacerle una visita con un vino de San Martín de Unx, un queso rico que venden en la panadería de la Calle de la Feria de Tafalla, y unos caramelos de piñones del Caserío.

Afiliado de Eusko Alkartasuna