El lehendakari está analizando los argumentos para acudir o no a la Conferencia de Presidentes autonómicos que ha convocado Pedro Sánchez este viernes en Salamanca. Y lo hace en un clima de decepción con el presidente español, aunque fuentes de su entorno no dan nada por hecho. En concreto, las fuentes consultadas por DEIA aseguran que Iñigo Urkullu está valorando cuatro cuestiones para decidir su respuesta: el sentido de estas reuniones y su reglamento y funciones, el sentido de estas reuniones antes de la pandemia, el carácter que tuvieron durante la pandemia y posteriormente, y el contexto de la relación entre los gobiernos español y vasco.

No añaden más valoraciones, pero la respuesta a los cuatro ejes parece enfriar la asistencia del lehendakari, teniendo en cuenta que el reglamento de la conferencia se ha incumplido (hay que convocarla con veinte días de antelación y pulir en grupos de trabajo los documentos que se aborden), y también teniendo en cuenta que Urkullu fue a todas las reuniones durante el estado de alarma por la situación excepcional en materia sanitaria, pero nunca ha sido fan de estos foros. Cree que no son decisorios, y en 2017 ya plantó al presidente Rajoy y le pidió que impulsara los foros bilaterales con Euskadi, que tiene un sistema foral singular y órganos específicos como la Comisión Mixta del Concierto Económico.

En la entrevista concedida recientemente a este diario, ya mostró su malestar por la convocatoria unilateral de Sánchez y avisó de que tiene su propia agendaconvocatoria unilateral de Sánchez. En las últimas horas, se ha sumado su enfado por la falta de respuesta y empatía del presidente español ante las serias dificultades de comunidades autónomas como la vasca para poner freno al coronavirus, sin un paraguas que dé seguridad jurídica y que no deje sus medidas al albur de los tribunales como, por ejemplo, con el toque de queda nocturno. Tampoco lo escuchó cuando pidió que la mascarilla vuelva a ser obligatoria al aire libre en zonas urbanas. Urkullu no cree que se esté impulsando una cogobernanza real y, en paralelo, asiste a estas convocatorias y apelaciones al diálogo que se contradicen con la práctica diaria del Gobierno español. Pero fuentes de su entorno insisten en que no se puede dar por hecho que vaya a ir o no.