- ¿Qué ha pasado en la Comunidad de Madrid para haber asistido a una victoria abrumadora de la derecha?

-Han concurrido distintas circunstancias, tanto políticas como de la especial situación de Madrid ante los efectos de la pandemia, junto a la actitud de Díaz Ayuso, que ha adquirido ese carisma tan especial que ha conectado con sectores de la sociedad madrileña. Además, a la campaña se ha llegado con un marketing del PP construyendo de una manera muy frívola una especie de identidad a la madrileña. Entonces, está esa situación, junto con errores nuestros de estrategia de campaña y de enfoque. Por ejemplo, el no haber insistido en lo que estaba en juego, que era un modelo de sociedad y de valores, de reparto de riqueza y bienestar, así como de defensa de inversiones en lo público. Ha primado en la campaña el marco electoral que han establecido Ayuso y en parte Vox, el marco de comunismo o libertad al que nosotros hemos añadido aquello de fascismo o democracia. Ese juego de trazo grueso realmente ha desviado la atención de lo que era lo importante y han ganado Ayuso y Vox de calle. Nos han arrasado. También es verdad que a nuestro candidato se le han dado durante la campaña más de dos guiones, lo cual ha generado algunas contradicciones y un cierto despiste en el electorado. Todo ello es una especie de cóctel de razones, de errores, de condicionantes ajenos a nuestra voluntad que al final han llevado a una derrota estrepitosa para la izquierda en general y para nosotros en particular.

Menciona usted al candidato socialista. ¿Le hubiera ido mejor al PSOE con otro cabeza de lista?

-Era una elección difícil la de cambiar de candidato. ¿Por qué? Porque nos ha pillado absolutamente desprevenidos, porque elegir otro candidato o candidata requería unas primarias y no había tiempo, y porque se contaba con que Gabilondo era un hombre conocido y proyectaba una imagen de honestidad y de seriedad de Gobierno. Por eso, se valoró que no habiendo tiempo y para no cambiar de caballo ya con la carrera iniciada, tenía que ser Gabilondo. Él se prestó y ha tenido una campaña difícil en un ambiente de mucha tangana que no es propicio a su perfil y a sus condiciones.

Gabilondo ha renunciado a su acta y José Manuel Franco ha dejado la secretaría general en Madrid. ¿Forma esto parte de la autocrítica tras el batacazo?

-Supongo que Franco se sentirá corresponsable, no solamente del resultado, sino también quizás de la oposición que se ha hecho desde el PSOE de Madrid en la Asamblea regional durante estos dos años. Igual no hemos sabido contraponer otro discurso al de Ayuso. Por otro lado, en la Ejecutiva Federal del jueves hubo bastante debate, con intervenciones enriquecedoras y con mucha crítica y autocrítica. No fue un debate de guardar apariencias, fue un debate muy serio y en algún momento de cierta dureza por la claridad en las formas.

¿Cómo lee el ‘sorpasso’ de Más Madrid? Ni en las encuestas más pesimistas para el PSOE se contemplaba algo así.

-Son distintos factores, no hay una respuesta única ni mucho menos. Pero es verdad que Mónica García ha tenido una trayectoria de dos años en los que ha ejercido la oposición a Ayuso. Ha conectado con la realidad de la pandemia y con los problemas como profesional de la medicina. Ha estado muy presente en intervenciones de la Asamblea y ha planteado mejor un modelo de sociedad diferente para Madrid. No lo ha planteado con más claridad que Gabilondo, pero ha llegado más. Luego hay un factor personal, una cuestión que opino yo y que me puedo equivocar. Y es que ha podido suceder que algunos sectores de izquierda han pensado que la victoria de Ayuso estaba garantizada y era preferible que en la Asamblea hubiera una oposición de izquierdas por parte de alguien que vaya a continuar, que no va a dejar la Asamblea al día siguiente. Era obvio que Iglesias lo iba a dejar y Gabilondo ya se veía que también. Entonces, los votantes han apostado por un voto útil para una candidata que va a permanecer.

En cualquier caso, la izquierda parece estar ante un punto de inflexión o incluso un fin de ciclo.

-Yo no diría fin de ciclo todavía. Pero es verdad que hay elementos que concurren para hablar de una reflexión en profundidad en el conjunto de las izquierdas en España y en Madrid. Y además está el abandono de la política de Pablo Iglesias, que la pena es que lo hiciera la misma noche electoral, con lo que parece que pone su cabeza en una bandeja como si fuera un logro de Ayuso. Por otra parte está el sorpasso de Más Madrid, pero eso no nos pone nerviosos y no creemos que tenga trascendencia en España ni tampoco en Madrid. En Madrid en dos años van a pasar muchas cosas. Nosotros tenemos que analizar la necesidad de fijar una estrategia de oposición propia, que sea constructiva pero alternativa a Ayuso. Y luego todo eso combinarlo con una estrategia de común acuerdo en el marco del Gobierno de coalición para retomar la iniciativa y el liderazgo de compromisos y de programa de Gobierno para que las próximas sesiones en el Congreso sean en un tono de iniciativa, de fuerza y de unidad. Porque la derecha va a ir a crispar y a romper, y la respuesta del Gobierno debe ser tranquilizadora y de no incrementar la polarización.

Hay quien lee que el 4-M puede dar una mayor cohesión al Gobierno de coalición, que se conjuraría para agotar la legislatura.

-De eso se trata. En la Ejecutiva Federal hablamos en esos términos: no puede haber ninguna duda de que la legislatura, a no ser que pase algo realmente imprevisto, debe continuar hasta el final. Para cumplir los compromisos pero, sobre todo, porque tenemos unos fondos europeos que hay que aplicar de manera eficaz, acertada y transparente. Ahí va la recuperación económica, la generación de empleo y la transformación del modelo económico. Eso requiere un cierto tiempo, no se puede hacer ni siquiera en un año. Así que hay que exprimir la legislatura, porque al final la rentabilidad del Gobierno estará vinculada al éxito de la aplicación de los fondos europeos, en cogobernanza con las comunidades autónomas y con ayuntamientos importantes.

En este proceso de reconstrucción, y ante una derecha y ultraderecha muy crecidas, Sánchez tendrá que cuidar más que nunca la mayoría de la investidura.

-Sin duda. Hay que intentar cuidar, dialogar y evitar hacer anuncios o propuestas que no hayan sido previamente consultadas o dadas a conocer a los apoyos que tiene el Gobierno. Siempre con la duda de qué va a hacer uno de los apoyos importantes, el de ERC. No sabemos si ERC va a sentirse condicionado o alejado del Ejecutivo de coalición por la situación de la gobernabilidad en Catalunya. Por otra parte, y aunque solamente sean diez votos, vamos a ver a qué juega Ciudadanos. Son diez votos que pueden tener su importancia en algunos momentos.

¿Qué rumbo cree que tomará ahora Arrimadas?

-No lo sabemos, a día de hoy es imprevisible. Habrá que dejar pasar unas semanas para ver qué deriva toma un Ciudadanos que está en descomposición.

Respecto a las primarias del PSOE de cara a un posible adelanto en Andalucía, ¿esperaba la candidatura de Susana Díaz?

-Era más o menos previsible que se volviera a presentar y así lo ha hecho, porque tiene a una parte del partido en Andalucía, a cuadros, alcaldes... Una estructura de poder. Y tiene además su carácter. Pero sería bueno que las primarias fueran lo más respetuosas y educadas posibles. Y que al final la militancia socialista en Andalucía vote con libertad el próximo 13 de junio.

¿Tiene el PSOE más opciones de recuperar la Junta con Espadas de candidato que con Díaz?

-En mi opinión, sí. La renovación en Andalucía es necesaria, lo creemos firmemente. Lo mismo que quizás hubiera sido necesaria con tiempo en el caso de Madrid.

“Mónica García ha estado muy presente y ha planteado mejor un modelo de sociedad diferente para Madrid”

“A Gabilondo se le han dado en la campaña más de dos guiones, lo cual ha generado contradicciones y despiste”

“La derecha va a ir a crispar y a romper, y la respuesta del Gobierno español debe ser tranquilizadora”