- “Yolanda Díaz cuenta con todo mi apoyo”. Sin necesidad de certificarlo, Pedro Sánchez respaldó la elección de Pablo Iglesias de nombrar a la dirigente gallega como su sustituta en la vicepresidencia, amén de mantener la cartera de Trabajo, donde se ha reivindicado como la ministra mejor valorada por la ciudadanía pese a tener que capear la tormenta desatada por la pandemia en un ministerio azotado por el desempleo y la polémica de los ERTE. Le ha ayudado su carisma y su reguero de sensibilidad. El azote interno de la titular de Economía, Nadia Calviño en lo referente a la orientación de la reforma laboral. Y es que el órdago del líder de Unidas Podemos de dar batalla en Madrid a la popular Isabel Díaz Ayuso tiene efecto dominó en el futuro del Ejecutivo de coalición y en el porvenir de la formación morada.

Díaz, que acepta el reto “con honor”, es la herencia de IU en Podemos y puede asegurar un traspaso de poderes tranquilo en la originaria marca de los círculos, con una gran capacidad de hilar acuerdos sociales y desplegar medidas de protección a los trabajadores en la actual crisis. Iglesias ha preparado el terreno para armar un nuevo liderazgo que frene el desfallecimiento de la formación, y lo hace en clave femenina, como con su intención de que la navarra Ione Belarra recoja su cartera social. En su alocución, se deshizo en elogios hacia Díaz, recalcando que hay que entender cuándo hay que dejar paso y pidiendo tanto a la militancia de Podemos, como a la de IU y En Comú Podem el apoyo para que sea la candidata cuando toquen las generales.

Su apuesta por Belarra tampoco es baladí. Curtida en las ONG y en Podemos desde sus orígenes, la actual secretaria de Estado para la Agenda 2030 se ha mostrado crítica con algunas ministras socialistas -la propia Calviño, Margarita Robles y Teresa Ribera-, principalmente por las políticas relacionadas con los alquileres y desahucios, así como con la postura en relación a la investigación del rey emérito, o la demora en la prohibición del corte de suministros.

Otra cosa es si este golpe sobre la mesa esconde la debilidad que se le adivinaba ya a Iglesias en las entrañas del Gobierno, y si simplemente ha pretendido quitarse de un plumazo las consecuencias que le granjearía a su persona y al partido una crisis desatada dentro de la coalición con el PSOE.

En cierta manera, es la visión que se trasladó ayer, por ejemplo, desde el PNV, que ya venía avisando de que las desavenencias públicas entre los dos socios traerían consecuencias a corto plazo. Desde la formación jeltzale señalan que “la maniobra de Iglesias es inteligente pero arriesgada”. “En una situación insostenible, se ha adelantado a la previsible crisis del Gobierno haciendo su propia crisis en la parte del Ejecutivo que le compete”, reseñaron desde Sabin Etxea. Y es que Iglesias puede vender su jugada como “un acto de generosidad y de sacrificio personal por un bien mayor, como sería detener a Ayuso y a la derechona de Vox”. “Iglesias puede tener un gran resultado o irse a la oposición. De momento el candidato del PSOE corre el riesgo de quedarse fuera de foco”, vaticina la fuerza nacionalista.