- Hace ocho años, antes de que Podemos viera la luz, Pablo Iglesias e Isabel Díaz Ayuso colegueaban en la mesa de debate del programa La Tuerka, del Canal 33, que presentaba el entonces profesor universitario, mientras su invitada, que decía estar “embelesada” y con quien se iba luego de cañas en compañía también de Iñigo Errejón, se perfilaba como joven promesa del PP madrileño. Hoy, tras meses acusándose mutuamente de los muertos en las residencias por la pandemia, son el epicentro de la política en el Estado después de que ayer, por sorpresa, el vicepresidente segundo de Pedro Sánchez moviera el tablero y apostara por combatir el 4 de mayo en las urnas a la presidenta de la Comunidad, abandonando su cargo en Moncloa y ofreciendo un frente común a Más Madrid, que deslizó su intención de recoger el guante.

La jugada de Iglesias -porque se la juega- se abre a las interpretaciones y puede dar lugar a consecuencias dispares. Para empezar, la desencantada izquierda en Madrid halla un referente que puede movilizar su voto, en verdad en uno y otro espectro ideológico, al tiempo que polariza los comicios. A su vez, rescata a Podemos, que necesitaba superar el 5% para lograr una representación decisiva que prive de la mayoría absoluta a PP y Vox. De seguido, propina un golpe a los socialistas, que han ratificado como candidato a Ángel Gabilondo, a quien se le respetan sus formas pero que llega desfondado tras serle reprochada su escasa respuesta ante Ayuso tras haberla superado, de manera estéril, en la última cita electoral. Y de rebote, encauza la sucesión al colocar a Yolanda Díaz, la ministra de Trabajo, como la nueva esperanza morada, al proponerla Iglesias como su relevo en el partido y en la vicepresidencia del Ejecutivo, con Ione Belarra en la cartera social. Sin entrar en consideraciones, Sánchez, que se posicionará al respecto “en los próximos días”, se limitó a desear suerte a Iglesias, “aunque no tanta como a Gabilondo”.

Lo único seguro es que habrá elecciones, ya que la Asamblea decidió no recurrir la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, que avaló la convocatoria de Ayuso. Otra cuestión es qué saldrán de ellas. De esta maraña de conjeturas se adivina quizás un paso, el de Iglesias, movido por su desgaste en el Gabinete de coalición, por querer bajarse del carro ante decisiones gubernamentales motivadas por la crisis que le incomoden, o porque en sus genes está volver a los orígenes de Podemos. Junto a Errejón, palabras mayores tras la guerra personal que acabó en escisión. Tampoco se escapa el hecho de un posible adelanto de las generales en el Estado, opción que el 40º Congreso Federal del PSOE, entre el 15 y 17 de octubre, relegaría a 2022.

Todo ello tras una reflexión sobre el terremoto que ha supuesto la moción de censura en Murcia y la réplica de Ayuso. “Un militante debe estar allí donde es útil en cada momento. El 4 de mayo se decide si la ultraderecha consuma su asalto a Madrid o si les paramos”, proclamó Iglesias en un vídeo en redes sociales, pidiendo a la izquierda “altura de miras, responsabilidad y humildad para ir todos unidos y ganar”. Aludiendo al vodevil, aseveró que a la derecha “no se la frena con partidos de tránsfugas” sino con una candidatura fuerte y de carácter” que impida a quienes “reivindican la dictadura y hacen apología del terrorismo tener todo el poder en Madrid”. “Hay que echar a Ayuso”, zanjó dándose dos golpes de puño en el pecho y alertando de que “el trumpismo amenaza la democracia”.

Ipso facto, la lideresa pasó al contraataque y su lema de “socialismo o libertad” transmutó a “comunismo o libertad”. Ya ha encontrado su enemigo perfecto. Venía de admitir en una entrevista que “con Aguado siempre me he llevado mal” a lanzar otra de sus frases de hemeroteca. “España me debe una. Hemos sacado a Pablo Iglesias de la Moncloa”, se felicitó la presidenta de la Comunidad, que volvió a contraprogramar una comparecencia de su líder nacional, Pablo Casado. El resto, una ristra de improperios hacia Iglesias: “Una persona afín a los independentistas, al entorno de ETA, que cree en la expropiación, en la okupación, la intervención de la empresa y en fomentar ataques desmedidos contra el hospital Isabel Zendal, quemando las calles de Madrid”. Ayuso en esencia, al más puro estilo que gestó en Estados Unidos el Tea Party.

Sectores de Podemos piensan que el paso de Iglesias es “audaz” y confían en que Errejón dé su brazo a torcer. La candidata de Más Madrid, Mónica García, abrió la espita para cerrar, como señaló el líder morado, las “cicatrices”. “Damos la bienvenida a Pablo, hemos quedado en dialogar de forma sincera y honesta. No me cabe duda de que nos vamos a entender”, lanzó ella. Cargos del PSOE creen que contribuirá a movilizar a la izquierda; otros, que unirá todo el voto de la derecha. La maniobra asegura un revulsivo. Otra cosa es que surta efecto. A grandes males, grandes remedios.

“Un militante debe estar allí donde es útil en cada momento. El 4-M hay que echar a Ayuso”

Secretario general de Unidas Podemos

“España me debe una por sacar a Iglesias de la Moncloa. Cambio el lema: comunismo o libertad”

Presidenta de la Comunidad de Madrid

“Reconozco su trabajo en el Gobierno y le deseo suerte, aunque no tanta como a Gabilondo”

Presidente del Gobierno español

“Sánchez ha intentado desestabilizar en Murcia un gobierno y ahora es el suyo el que se tambalea”

Presidente del PP

“Isabel, tu capricho de dinamitarlo todo solo traerá enfrentamiento. La que has liado”

Exvicepresidente de la Com. de Madrid

“¡Ahora sí que me voy a divertir... Y mucho! A estos comunistas lo que les duele es votar a Vox”

Portavoz de Vox en la Asamblea

“Nos preocupa que Sánchez lo use como excusa para aparcar la resolución del conflicto”

Portavoz de Junts per Catalunya

“Iglesias se adelanta a la crisis de Gobierno con una maniobra inteligente pero a la vez arriesgada”