- Xabier Lapitz, hoy conductor del programa En Jake en ETB 2, siguió de cerca los años del ascenso de Aznar a la presidencia como jefe de informativos de la Cadena SER en Euskadi. Después, durante la mayor parte de su presidencia, fue subdirector de Deia. Cree que la unidad sobre la que presume Aznar fue a costa de hacer durante su mandato guiños continuos a la extrema derecha. Ve a un "hombre de nula autocrítica y un ego sin parangón", que miente a sabiendas, "porque tonto no es".

¿Por qué temas recuerda a Aznar, además de por Irak?

-En relación, por ejemplo, a la violencia de ETA, cuando iniciaron las negociaciones yo pensaba que no podrían salir por varias cosas. Primero, porque ETA no lo tenía tan claro, y jugó de manera trilera, pero también porque Aznar jugó de manera trilera. Yo jamás hubiera puesto a Aznar a pilotar una negociación con ETA, puesto que él era una víctima de ETA. Creo que ese resentimiento siempre le ha acompañado, y que nunca iba a facilitar de verdad un arreglo. Por otro lado, es un hombre que, como todos los gobiernos españoles, cuando ha necesitado algún tipo de pacto con el nacionalismo vasco, no tuvo ningún problema en alcanzarlo. Aznar se apoya en el PNV en la primera legislatura, y en la segunda impulsa un acuerdo en el que quiere aislar a los mismos que le apoyaron por connivencia con el terrorismo. Como si hubiera nacido de repente otro Aznar distinto. Hay una incoherencia manifiesta, tampoco tiene una ideología muy sustentada.

Han pasado 17 años desde que dejó la Moncloa, y ha permanecido en el foco durante todo este tiempo.

-No olvidemos que Aznar fue el hombre de las liberalizaciones, y vendió medio Estado, y hay mucha gente que le estará eternamente agradecida. Creo que se apoya en gran medida en esos poderes económicos que quieren influir políticamente para seguir estando de vez en cuando en el machito. Bien a través de la Fundación FAES, bien porque es invitado a conferencias muy selectas, sus relaciones con Murdoch... Hay quien le sustenta y ha permitido -y me vale también para Felipe González- que estos líderes estén ahí arriba. Si no, estarían discretamente como miembros del Consejo de Estado, que no está tampoco nada mal pagado, dando consejo como les toca, pero no lecciones públicamente a sus propios partidos, todo el día incordiando.

Cualquier refundación es complicadísima para el PP, con la fuerza que tiene Vox y el margen de maniobra que puede tener Casado.

-Muy difícil, porque Casado no se consigue despegar de ese tutelaje, admitido también por él. Está dando bandazos, por un lado le abronca a Abascal en la moción de censura, pero por otro gobierna gracias a su apoyo en los principales bastiones, sobre todo de Madrid. No puede estar toda la vida en esa indefinición. No es un cambio de sede, que puede estar muy bien para romper con ese pasado. Necesita marcar un rumbo ideológico. Y ahora mismo, tiene una contradicción: no puedes denostar al tío con el que te apoyas. Mientras no haga una política de Angela Merkel, no va a ser un partido europeo de derecha o centroderecha homologable. Aznar vivió otra época y quiere seguir prolongando esa estela, para mí insostenible. De hecho, creo que no va a gobernar nunca Pablo Casado si no decide arre o so.

Aznar tuvo el apoyo de Miguel Ángel Rodríguez, hoy con Díaz Ayuso. ¿Si Casado no termina de funcionar, ella tiene posibilidades?

-Solamente constato que Miguel Ángel Rodríguez está haciendo la misma técnica que con Aznar. Contraprogramar a su líder, ser noticia, aunque sea por la razón más absurda, estar todo el día erigiéndote en la verdadera esencia del partido, como con más libertad frente a lo que están haciendo otros. La técnica es exactamente la misma. ¿Significa que la están lanzando? No lo sé, a mí Díaz Ayuso, por sí sola, no me parece un ente político de peso, es más, me parece muy floja, un bluf, por lo que pienso que en realidad es una mujer de paja de otros poderes, quién sabe si el propio Aznar.

¿La melancolía es como la carcoma de un proyecto político con futuro?

-Creo que hay que hacer una revisión crítica de lo que han sido en general los periodos políticos de todos los partidos. El problema es cómo hacerlo sin que se te revuelva al que le criticas. Al Partido Socialista le cuesta un montón reconocer que Felipe González fue el señor X porque fue el hombre del despegue europeo de España y de la modernización. ¿No se pueden decir las dos cosas? Con Aznar pasa lo mismo. ¿No se puede decir que metió a España en una guerra absurda, que mintió el 11-M y a la vez reconocer que redujo el paro en gran medida a costa de dejar más pobres? Me parece que falta ese modelo de discurso.