- Attila Dabis proviene de Széklerland, región de habla húngara dentro de Rumanía, y conoce al dedillo la problemática de las minorías y las naciones sin Estado en el seno de la Unión Europea. En esa dirección, lidera la iniciativa ciudadana National Regions. El objetivo actual de este movimiento para la igualdad entre las regiones y la sostenibilidad de las diferentes culturas europeas es culminar una recogida de firmas -a través de la página www.nationalregions.eu- que permita llevar a la Comisión Europea las inquietudes y retos de las naciones sin Estado.

Su iniciativa exige un mayor reconocimiento y una voz más fuerte para las naciones y regiones sin Estado en el seno de la Unión Europea.

—Exacto. De hecho, el reconocimiento es uno de los elementos más fundamentales en nuestra lista de objetivos. Queremos que las regiones nacionales se conviertan en personalidades legales, entidades legales del derecho comunitario de la Unión Europea. Si lo logramos, tendremos nuevas herramientas legales y legítimas para canalizar las aspiraciones nacionales directamente a través de los órganos de toma de decisiones de la UE. Porque ahora mismo, por ejemplo, muchas decisiones que conciernen a Euskadi las toma España.

¿Cuál es el camino para cambiar esa circunstancia?

—En primer lugar, las regiones nacionales necesitan reconocimiento dentro de la legislación de la UE, especialmente cuando hay ciertas regiones que van más allá de las fronteras administrativas internas o incluso las fronteras estatales. Es el caso de Euskal Herria, cuyos territorios se dividen entre los estados español y francés. El éxito de nuestra iniciativa podría brindar reconocimiento a estas naciones. Y creo que desde la perspectiva de los vascos sería un paso adelante para obtener el reconocimiento de su nación.

¿La Unión Europea no está prestando suficiente atención a estas regiones? Da la sensación de que hay poca sensibilidad hacia las regiones o naciones sin Estado, así como hacia las lenguas o culturas minoritarias.

—Exactamente, la UE básicamente no está haciendo nada. Y eso es problemático. Lo vimos cuando tuvimos que pasar por una batalla legal de seis años para registrar esta iniciativa. Y surgieron muchos escollos con todo este trámite legal. En cualquier caso, hemos concluido que hay numerosos asuntos que conciernen a estas naciones sin Estado que podrían resolverse dentro de las competencias de la UE.

¿Cuáles son?

—Por ejemplo, está en el marco legal de los tratados fundacionales el deber de proteger la diversidad cultural y lingüística de la UE. Esta diversidad está amenazada en varias regiones nacionales por diversas razones. En ese sentido, nos inquieta que el mapa de idiomas en peligro de la UNESCO incluya más de un centenar de lenguas, incluido el euskera. Y pensamos que el euskera es un elemento crucial de la identidad y del patrimonio cultural europeo y debe ser protegido. Pero la UE no hace nada, a pesar de que es su obligación en virtud de los tratados fundacionales. Por tanto, otro de nuestros principales objetivos es convertir las lenguas de las regiones nacionales en lenguas oficiales dentro de la UE. Idiomas como el euskera, el catalán o el bretón a día de hoy no son idiomas oficiales y no entendemos por qué.

La iniciativa que defienden exige un profundo cambio respecto a la actual UE.

—Nuestra iniciativa representa una Europa de regiones, naciones y pueblos. Y es importante subrayar que esta iniciativa no es una provocación contra los estados. Lo que queremos lograr es la igualdad, pensamos que las naciones sin Estado son perfectamente iguales a aquellas naciones que lograron crear sus propios estados.

En sus últimas intervenciones, Ursula Von der Leyen ha defendido un mayor papel de las regiones, por ejemplo en los fondos europeos Next Generation. ¿Ven una oportunidad?

—Ojalá haya una posibilidad. La subsidiariedad es uno de los principios fundamentales con los que se construyó la UE. Entonces, es hora de hacer algo significativo, por ejemplo en el tema de los fondos Next Generation. Creemos que la mejor manera posible de lograrlo es empoderar a estas regiones y darles la oportunidad de establecer una vía de financiación diferente, que sería accesible única y exclusivamente para estas regiones. Pero no dudamos de que la Comisión Europea pueda tener incluso mejores ideas para implementar la atención especial que pedimos a las regiones.

Y de cara al futuro, ¿qué se puede hacer para que estas regiones nacionales tengan una voz directa en Europa?

—Ahora lo importante es tener éxito con la campaña de recogida de firmas en sí. Porque si la completamos la Comisión Europea está obligada a concedernos una audiencia pública para escuchar nuestros problemas y nuestras propuestas. Sería un hito muy relevante y aprovecharíamos para presentar en la reunión un proyecto de ley europeo en el que queremos incorporar las problemáticas de todos aquellos socios que están trabajando en la iniciativa. Así que todas las organizaciones vascas que no están ayudando tendrán un asiento en la mesa donde discutiremos las propuestas que presentar a la Comisión. Es una oportunidad muy buena para que los vascos tomen sus propias aspiraciones nacionales y las transformen en una cuestión europea con la ayuda de otras naciones sin Estado.

En el Estado español hacen falta 40.500 firmas antes del 7 de febrero.

—Si, y ya hemos conseguido alrededor del 90% de las necesarias. Todavía nos quedan dos semanas, por lo que quiero hacer un llamamiento a los ciudadanos vascos para que nos ayuden en este empujón final que necesitamos.

Por último, ¿la iniciativa está abierta a explorar vías como el derecho de autodeterminación?

—La autodeterminación en sí misma es algo muy diverso y la legislación de la Unión Europea no concede mucho espacio a este respecto. Lo que sí se puede hacer, sin embargo, es aprovechar aquellos aspectos que están dentro de la competencia de la UE para utilizarlos en pos de la autodeterminación. Por ejemplo, cuando decimos que queremos una atención especial para las regiones nacionales y una financiación separada en los fondos europeos, es una manera de pedir voz propia en los asuntos de la UE. Y creo que esas son las raíces de la autodeterminación, poder tomar decisiones por sí mismos. Eso es lo que queremos, no queremos que otros decidan lo que es bueno o no para nosotros.

"Tenemos una oportunidad muy buena para que los vascos tomen su aspiración nacional y la transformen en una cuestión europea"

"Queremos empoderar a las regiones y darles la oportunidad de tener una vía de financiación diferente en los fondos Next Generation"