1.El Gobierno y el Parlamento Vasco deberán mantener las medidas preventivas para evitar un rebrote y adecuar el sistema sanitario para enfrentarse a la pandemia; aplicar una política macroeconómica contra-cíclica invirtiendo masivamente en educación, sanidad y servicios sociales así como en I+D+i; e incrementar el nivel de autogobierno consiguiendo las competencias pendientes.

2.Todos los gobiernos que gozan de mayoría absoluta, sobre todo en periodos de crisis, tienden a descuidar la negociación. Esto representa un riesgo como en Francia con Macron, que tras ser elegido por el 66,10% creyó poder realizar múltiples reformas estructurales sin tiempo de concertación. Esto ha generado una pérdida de apoyo, el movimiento de los chalecos amarillos y huelgas históricas contra la reforma del sistema de pensiones.

3.La crisis del coronavirus y las consecuencias económicas negativas del confinamiento, provocando una rebaja notable del crecimiento económico y de la recaudación fiscal y un aumento del desempleo y del déficit público, obligan a la oposición a hacer gala de responsabilidad y altura de miras. Eso supone hacer propuestas constructivas y buscar pactos que permitan reconstruir el país sobre bases sólidas y sostenibles.

4.El ejemplo de Europa muestra que la mejor manera de disminuir su influencia consiste en compaginar una lucha sin concesiones en el ámbito ideológico y político, aplicando un cordón sanitario, rechazando cualquier alianza y combatiendo las ideas que defiende, y una respuesta eficaz en el ámbito socioeconómico cuyo deterioro está en el origen del malestar social que conduce a ciertos sectores a apoyar estos partidos.

5.Esta crisis ha puesto de manifiesto la tentación recentralizadora del Gobierno. Ante esta situación urge reflexionar sobre la instauración de mecanismos que incrementen las competencias gestionadas por el Gobierno vasco y ofrezcan garantías ante posibles invasiones de competencias.