l comienzo de la campaña electoral, Andoni Ortuzar dijo que las elecciones al Parlamento Vasco de este año 2020 son las más importantes desde hace cuarenta años. Es decir, desde aquellas que propiciaron el restablecimiento del Gobierno Vasco tras el final del franquismo. Una afirmación que bien podría parecer exagerada, atendiendo a la enorme gravedad de muchos de los problemas que, en cada una de las oportunidades electorales que siguieron, se han sometido a la determinación de los electores vascos. Sobre todo, los relacionados con las cuestiones más críticas de nuestra pervivencia como pueblo: la identidad cultural, la economía y la convivencia social. Podría decirse que en todas las ocasiones en las que se nos ha llamado a las urnas nos hemos sometido a encrucijadas decisivas.

El slogan que en 1980 presentó el PNV reclamaba la formación de "todo un gobierno para todo un pueblo". Entonces, un pueblo con un alto nivel de organización y dinamismo social, afianzados en la búsqueda de espacios de libertad ante la dictadura franquista, demandaba la recuperación de instituciones públicas propias, para que encauzaran su capacidad de autogobernarse políticamente. Pese a una violencia persistente y obstructiva, aquel empuje popular logró que la administración pública vasca se pusiera en marcha.

Cuarenta años después, las circunstancias son completamente diferentes. La violencia ha sido derrotada, aunque persista en algunas representaciones nostálgicas. Su final se ha simbolizado en la legislatura que ha vencido, con la disolución de ETA. La contrapartida es que la lucha contra la violencia ha exigido una movilización social intensa, y ha extenuado al activismo social.

En consecuencia, hoy tenemos un poder público vasco con potencialidad, pero nos falta la capacidad de acción colectiva necesaria para que esa potencialidad pudiera ser aprovechada al máximo. Esta relación entre poder institucional y movimiento social se ha desequilibrado.

En estas condiciones, nos enfrentamos de nuevo a un momento delicado que requiere integrar todos los esfuerzos que sean necesarios para la reconstrucción tras la pandemia. En efecto, son las elecciones más importantes en 40 años. Lo bueno es que el frentismo tiene pocos seguidores. Necesitamos un escenario de integración política, dejando atrás todo rastro de fractura.

La política vasca será valorada sobre todo en relación con su capacidad de reactivar todas las energías sociales de las que disponemos. Por eso, el llamamiento de Andoni Ortuzar a la acción común de todos los partidos políticos, sindicatos y fuerzas sociales no debería quedar en el olvido. La propia acción realizada en común nos llevará a recobrar el auténtico sentido de lo que nos une.