- Caso cerrado. Al menos, por parte del lehendakari. Iñigo Urkullu quiso lanzar ayer un mensaje de tranquilidad y desescalada en la tensión con los socialistas, y descartó que las fricciones que han surgido entre los dos socios que componen su ejecutivo, PNV y PSE, desemboquen en una crisis de gobierno y en un escenario de ruptura. La sangre no va a llegar al río. Después de que la socialista Idoia Mendia exigiera a los consejeros jeltzales que rebajaran el tono de la crítica contra el presidente español, Pedro Sánchez, por su gestión unilateral de la crisis del coronavirus, el lehendakari trató de quitar hierro a la controversia asegurando que "es normal" que haya sensibilidades diferentes en un gobierno de coalición, y concluyó que lo importante es que PNV y PSE están unidos en torno a un programa de gobierno y en torno al objetivo de acabar con la pandemia.

El mando único de Sánchez está sometiendo a tensiones importantes su relación con el PNV, propició que el pasado domingo el lehendakari elevara el tono y considerase que su gestión unilateral y sus globos sonda no son admisibles y, por extensión, está provocando que el PSE escenifique su desmarque de esas críticas y se las reproche a la parte jeltzale del Gobierno vasco. Urkullu no quiso echar en cara a Mendia esta advertencia, descartó la ruptura, y dio a entender que tampoco la otra parte la plantea.

Eso sí, Urkullu aseguró ayer que no va a cambiar de criterio o de discurso en la reunión rutinaria de presidentes autonómicos de mañana con Sánchez por la advertencia del PSE, aunque sí quiso aclarar que sus críticas las formula en tono "constructivo", siempre desde la prioridad de colaborar con el Estado. Añadió que está saliendo en defensa del autogobierno. Por ello, descartó una crisis de gobierno en suelo vasco: "No, para nada".

Urkullu no fue el único en criticar a Sánchez el domingo pasado. Es ya un clamor la crítica al presidente por aprobar sus medidas en Consejo de Ministros y limitarse después a comunicarlas a los líderes autonómicos en las reuniones telemáticas del domingo como si fueran convidados de piedra, como sucedió con el reparto de mascarillas en el transporte público para los trabajadores. El PSE, sin embargo, quiso poner pie en pared y lanzar una advertencia en público para que el tono se rebajara. La parte jeltzale del gobierno se lo tomó con normalidad, vio comprensible que los socialistas se quitaran esa espina clavada y que dejaran clara su lealtad hacia Sánchez, que es además el líder del PSOE. En ese sentido, la rueda de prensa del consejero jeltzale Josu Erkoreka y la consejera socialista María Jesús San José se vio como un movimiento necesario y como una especie de catarsis para que quedase claro que el PSE se desmarca de las críticas del PNV. Lo cierto es que el PSE no ha llevado más lejos este debate ni ha amagado en público con retirar el apoyo al PNV. Mendia dejaba claro también anteayer que la prioridad es colaborar. La situación parece reconducirse, aunque es evidente que las tensiones pueden resurgir en un clima preelectoral en puertas de las elecciones autonómicas, y el mando único de Sánchez también está poniendo a prueba las costuras de la relación, aunque en este caso, sobre todo, supone un reto para la alianza entre el PNV y Sánchez en el Congreso de los Diputados, en Madrid. PNV y PSE gobiernan en coalición en las diputaciones y los principales ayuntamientos vascos, una experiencia que ambos creen que funciona.

La relación comenzó a desafinar cuando el PNV recriminó a Sánchez su decreto sorpresa para cerrar toda la actividad económica no esencial en la lucha contra el virus, una decisión que los jeltzales consideraron que no tenía en cuenta el grave impacto en la industria vasca, y que además supuso un viraje no comunicado. El socialista Eneko Andueza llevó la polémica a un nuevo nivel cuando acusó al PNV de estar descontento por no llevar la batuta en este concierto, una crítica que cayó como una bomba en Sabin Etxea, aunque no quiso entrar el trapo. Sánchez terminó rectificando y se avino a la posición del PNV. La tensión resurgió con el asunto de las mascarillas.

Urkullu aseguró ayer tras la reunión del Comité Asesor del Plan de Protección Civil de Euskadi que "es normal que en el seno de las coaliciones haya sensibilidades diferentes, pero hay una cuestión que nos une: el programa de gobierno". "Puedo emitir una crítica para pedir respeto al autogobierno, pero con tono constructivo", dijo. Añadió que este asunto se trata con "normalidad" en el Consejo de Gobierno y, preguntado por si va a cambiar de tono tras el aviso de Mendia, sonrió y dijo que, aunque respeta todas las opiniones, va a acudir siempre con el mismo mensaje a las conferencias de presidentes del domingo, apostando por la coordinación y la colaboración.

"Es normal que haya sensibilidades diferentes, pero nos une el programa y la lucha contra el virus"

Lehendakari