Donostia - La divergencia entre Pedro Sánchez y Quim Torra ha arrancado antes de que eche a andar la mesa de diálogo entre gobiernos después de que Moncloa anunciara ayer la intención del presidente español de que este foro quede constituido el próximo lunes 24, un movimiento por adelantado que trata de esquivar el gran acto reivindicativo que Carles Puigdemont celebrará el sábado 29. El malestar en el Govern es palpable con el líder socialista por haber trasladado esta fecha "unilateralmente" sin haberla acordado con el president. Tras reprochar a Sánchez esta estrategia, el Ejecutivo español tuvo que salir al paso matizando que se trataba de una propuesta; mientras que desde la Generalitat quisieron remarcar que ambos dirigentes "acordaron" en la reunión del 6 de febrero en el Palau que "dos equipos técnicos designados por ellos mismos acordarían" esta fecha, el lugar de la reunión y el orden del día, por lo que desde Madrid se habría incumplido este consenso, ya que ni siquiera comunicaron cuál es su equipo técnico para ultimar los detalles. El Gobierno español precisó que tampoco el Ejecutivo catalán ha comunicado aún cuál es el suyo. Para colmo, apuntaron en el Congreso fuentes de la negociación, la fecha la habrían acordado el portavoz de Esquerra, Gabriel Rufián, y su homóloga socialista, Adriana Lastra.

Según el comunicado de Torra, "para favorecer el diálogo, se les ha pedido explícitamente comunicarla conjuntamente cuando la fecha estuviese acordada". En todo caso, desde la parte catalana evitan rechazar la posibilidad de que el primer encuentro entre gobiernos pueda celebrarse el lunes en Madrid. A falta de que se concrete la composición definitiva de la delegación del Gobierno de España, lo único conocido es que lo encabezará el propio Sánchez y también estará presente su vicepresidente segundo y líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias. Otros integrantes previstos de la delegación estatal son la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, y el ministro de Sanidad, y secretario de organización del PSC, Salvador Illa. Con todo, se tratará de una primera toma de contacto para romper el hielo y organizar unos trabajos que se podrían desarrollar durante toda la legislatura española, aunque probablemente no empezarían a profundizar en posibles soluciones hasta que se celebren las próximas elecciones catalanas.

Tras la reacción de Presidència, la portavoz de JxCat en el Congreso, Laura Borràs, evidenció el malestar en la Generalitat. "No te imponen una fecha sin ni siquiera preguntarle al president si le va bien o no, y menos con tan pocos días de margen", se quejó la posconvergente, que exigió "un mínimo principio de cortesía" entre presidentes, pese a lo cual aseguró que "se hará todo lo posible por encajar" porque "estamos por el diálogo". Más allá fue Eduard Pujol desde el Parlament sugiriendo que la Moncloa ha generado un "clima de presión" en la relación entre ambos gabinetes, ya que el anunció de Sánchez "solo complica las cosas" y "no cuadra con la pretendida intención de resolver el conflicto". "No nos juzgarán por encontrar una fecha a toda prisa, sino que por el éxito que acabe teniendo la propia mesa; para lograrlo se precisa mucha mano izquierda y tacto", argumentó. Es más, JxCat volvió a poner encima de la mesa su exigencia de un relator que dé "seguridad y garantías" a la negociación: "Este paso en falso de la Moncloa legitima la necesidad de que haya un mediador", reivindicó Pujol.

erc obvia la polémica En el trasfondo de esta polémica subyacen las discrepancias entre JxCat y ERC en torno a la exigencia del mediador internacional. Rufián no puso pega alguna a la fecha al aseverar que "es una buena noticia" que se hable de cumplir con ese acuerdo de que la reunión se haga en febrero". "Nosotros entendemos que hablaron de esto, de que la mesa se tenía que establecer en febrero y entendemos que más allá de los flecos que puedan concretar los gabinetes es una buena noticia que se puedan reunir cuanto antes", zanjó el dirigente republicano.