Donostia - El Gobierno español apuesta por mantener los vínculos con el Govern pese al escenario suscitado en Catalunya, que parece abocada a elecciones, después de que JxCat y ERC evidenciaran su ruptura por la pérdida del escaño de Quim Torra. A expensas de la decisión que pueda adoptar el Parlament respecto a la figura y condición del president, Pedro Sánchez persiste en su hoja de ruta y prevé reunirse con el máximo dirigente de la Generalitat el próximo 6 de febrero en Barcelona. Desde Moncloa justifican que es "obvio" que Torra sigue siendo a día de hoy el jefe del Govern en tanto que no hay ninguna resolución que lo desdiga, ya que es necesario conseguir el escaño para ejercer de president pero no para retener este cargo. Así lo corroboró la ministra portavoz, María Jesús Montero, precisando que, además de que no está fijada la hora ni el lugar del encuentro, en caso de que se presentasen novedades que desaconsejaran la cita, esta "se pospondría". "La política siempre es dinámica, tenemos que encajar los acontecimientos conforme se vayan sucediendo", aseveró.

En el supuesto de que todo transcurra según lo fijado en la agenda, se convocará inmediatamente la mesa entre gobiernos prevista en el acuerdo de investidura entre el PSOE y ERC. Una vía de diálogo entre gobiernos y entre partidos catalanes que Montero confía que no se vea afectada por las desavenencias observadas en las últimas fechas entre los dos partidos que integran el Govern, o la posibilidad de un adelanto electoral. Tampoco cree Montero que la agenda política catalana tendrá interferencia en la futura tramitación de los presupuestos, que necesitan del apoyo de los republicanos para salir adelante. "Espero y deseo que aquello que es bueno para la sociedad catalana y el conjunto de los españoles sea apoyado por las fuerzas políticas catalanas", señaló, convencida de que el diálogo es la "clave" para resolver un problema "que lleva demasiado tiempo".

Pero a nadie se le escapa que la relación con el independentismo es fundamental para el devenir de la legislatura. Sobre todo, con ERC. El Gobierno de coalición necesita a Esquerra para sacar adelante iniciativas tan importantes como las Cuentas, cuya aprobación permitiría aguantar entre dos y tres años. El entorno de Sánchez teme que la convocatoria electoral pueda frustrar este movimiento, al provocar que los republicanos vuelvan a una senda más radical. Sánchez tiene asumido el doble discurso de ERC, que se vio de nuevo ayer durante la comisión de investigación en el Parlament sobre el 155, en la que participó Oriol Junqueras.

En paralelo, Torra ha consultado la opinión de consellers, diputados y otros cargos de JxCat sobre cómo resolver la crisis con ERC, y recibió consejos muy dispares: desde convocar ya elecciones, hasta esperar a que se aprueben los presupuestos de la Generalitat. Predomina la opinión de no precipitar la llamada a las urnas, esgrimiendo la importancia de tener unas Cuentas aprobadas con las que poder presentarse ante la ciudadanía y defender la "utilidad" del Govern, más allá de la reivindicación soberanista. También se escucharon opiniones favorables a convocar ya comicios, o de echar del Govern a los republicanos y gobernar en solitario.