Donostia - La portavoz de EH Bildu en el Congreso, Mertxe Aizpurua, evidenció ayer ante el candidato socialista, Pedro Sánchez, que "no hay modelo democrático avanzado para el Estado sin contar con los independentistas". La diputada de la izquierda soberanista, cuya intervención las tres derechas utilizaron como ariete contra Sánchez, prometió que si en este "momento histórico" el PSOE apuesta por "la política, por el diálogo, el reconocimiento de las diferencias y el respeto con mayúsculas es sincero", EH Bildu no será "un obstáculo para poder avanzar".

"Con nuestra abstención abrimos una ventana de oportunidad", espetó Aizpurua a Sánchez, a quien pese a verle otra actitud "en forma y fondo" respecto a julio, le recordó sus "permanentes y explícitos guiños a la derecha para que le permitiera gobernar bajo el paraguas común de una defensa conjunta del modelo social y político de la Transición".

La diputada se felicitó de la vía elegida por Sánchez para esta investidura, en la que la coalición soberanista será uno de los agentes que la facilite: "No cerraremos esa ventana, y seremos pacientes, pero al mismo tiempo seremos exigentes".

"Ustedes y su gobierno son la última oportunidad del Estado para demostrar que es posible resolver democráticamente la cuestión nacional vasca, catalana y gallega", dijo a Sánchez, a cuyo ejecutivo señaló como "el último tren hacia la última estación... No dejen pasar la oportunidad".

La portavoz soberanista recordó dos de los pilares fundacionales de Podemos -ahora socio del PSOE- de "impugnar el Régimen del 78, abrir el candado de la Transición y defender el derecho a decidir": "Volvemos a tenderos la mano para avanzar en ambos objetivos, porque no hay construcción de alternativa posible desde la renuncia".

"O se aborda una agenda democratizadora real o no contarán con nuestro apoyo", avisó Aizpurua, quien más allá de "la defensa de nuestro país", aseguró que EH Bildu estará "siempre en la defensa de los derechos de las clases populares del Estado, y apoyaremos los avances sociales que mejoren sus vidas".

A las puertas de las manifestaciones de Baiona y Bilbao el sábado, la diputada reclamó al candidato socialista que cambie la política de prisiones "para que la ajuste a la legalidad y la rescate definitivamente de la excepcionalidad y la venganza en la que la han instalado".

"Si quieren democratizar el Estado, respetar su carácter plurinacional, respetar el derecho a la autodeterminación, repartir la riqueza? estaremos de su lado", cerró Aizpurua su intervención inicial, avisando que "si lo que se pretende hacer es un lavado de cara al Régimen del 78, sencillamente nos tendrán enfrente".

En su réplica, Sánchez agradeció la abstención de EH Bildu y su disposición a "compartir la agenda social", pero rechazó que, como dijo Aizpurua, "España viva una crisis sistémica", sino consecuencias de la crisis económica y de los problemas que afronta como país y como miembro de la Unión Europea.

Sobre el autogobierno, el aspirante avisó de que "los discursos que identifican a Euskadi con una nación deberán entender que esa sociedad es plural". "Debemos ser conscientes de que la sociedad vasca es una sociedad plural, no se puede diferenciar cuáles son los vascos buenos o malos según su alineamiento con sentimientos nacionales", aseguró Sánchez, que aseguró que el suyo es un gobierno "que aspira a cumplir con la mayoría de las transferencias pendientes en el Estatuto de Gernika".

La bronca de la derecha Aizpurua, que se presentó como representante de "la única fuerza abertzale con representación en los cuatros territorios del sur de Euskal Herria", era la primera portavoz que compareció en la tribuna de oradores al frente de la izquierda soberanista vasca con grupo propio. El líder de Vox, Santiago Abascal, decidió no presenciarlo, ya que como protesta se quedó fuera del hemiciclo junto a dos diputados de su bancada víctimas de ETA. Mientras tanto, Adolfo Suárez Illana ocupó su puesto en la Mesa del Congreso dándole la espalda a la oradora. Era la antesala de lo que venía.

Aizpurua dispuso de 30 minutos iniciales para marcar posición y aunque casi los agotó, tuvo que detenerse en casi tres minutos en las varias interrupciones de la derecha, a la que recetó la tila que la víspera les había recomendado el diputado de Más País-Compromís, Joan Baldoví.

Fue el PP quien protestó primero y Vox se sumó rápido, cuando escuchó a Aizpurua criticar que el español es "un Estado en el que existe una cultura muy enraizada de aplicar recetas autoritarias a los problemas políticos", lo que ejemplificó en el discurso del rey, Felipe de Borbón, tras el 1-O. La respuesta fueron gritos de "asesinos" (a EH Bildu) y vivas al rey.

Minutos después Aizpurua recordó a Podemos una cita de Arnaldo Otegi cuando este recobró la libertad "tras seis años de injusta prisión". De nuevo, rifirrafe a la derecha, donde con cara de incrédulo Casado decía "¡esto no puede ser, no puede ser...! ¡Señor Sánchez, escuche!".

Además de las interrupciones, los insultos fueron constantes, lo que llevó a la presidenta de la Cámara Baja -que se resistió a amonestar a nadie ("no me obliguen a tener que llamarles por su nombre")- a recordar lo obvio: "En el Parlamento se defienden las posiciones políticas mediante la palabra, no mediante grito o insulto".

Cuando concluyó el debate entre Sánchez y Aizpurua, que fue saludada entre otros por Pablo Iglesias, Alberto Garzón y Laura Borràs, intervino el popular Pablo Casado. Reprochó a Batet que no llamara al orden a Aizpurua "en virtud del artículo 103 del Reglamento cuando ha vertido descalificaciones y conceptos injuriosos a las instituciones del Estado" por la intervención "más nauseabunda en la historia del Congreso".

"¡Lo más escandaloso es que el candidato no ha defendido la Constitución, ni al rey de España ni a las víctimas del terrorismo!", buscó su objetivo real el líder del PP, que se dejó en la cuenta de damnificados a otros como los del 11-M, ya que redujo a 850 las "víctimas del terrorismo que hay en España".

Ciudadanos también se sumó a la tesis antisanchista de Casado con la intervención de Edmundo Bal y Vox hizo lo propio con el jaleo de su bancada hasta que la presidenta del Congreso zanjó la primera gran bronca de esta legislatura: "Hubo una época en este país en la que no se permitía la crítica. Por suerte esa época ha pasado. Hoy disfrutamos de una democracia plena".