- Las autoridades kazajas mantienen su pulso con los manifestantes que han protagonizado graves disturbios en la nación centroasiática durante las últimas cuatro jornadas, mientras buscan vincular las protestas a movimientos radicales islamistas promovidos desde el exterior.

El régimen parece haber tomado el control de la situación y sus portavoces se apresuraron ayer a proclamar que el orden se ha restablecido “en todo el país” y que la situación se ha “estabilizado” después del desalojo de la plaza de la República de Almaty, epicentro de las manifestaciones, si bien la represión de las revueltas está siendo acompañada de gran dureza por parte de las fuerzas de seguridad del país. Las autoridades informaron ayer de la muerte de 26 manifestantes y otros 26 heridos, además de la detención de más de 3.000 personas. Mientras, Kasim-Yomart Tokáyev, el presidente del país y delfín del anterior, Nursultán Nazarbáyev -objetivo secundario de las protestas por entender que sigue controlando los hilos del país en la sombra- dio la orden de disparar a matar “sin advertencia” a los manifestantes, a los que tachó de “terroristas”.

Las protestas, inicialmente pacíficas pero que derivaron después en el asalto a edificios administrativos y otras instalaciones en la ciudad de Almaty, arrancaron el pasado 2 de enero y tuvieron como detonante el incremento de los precios del gas licuado, una fuente de energía que constituye el principal recurso exportador de la república exsoviética. Pero las revueltas han ido más allá y los manifestantes exigen profundos cambios en la arquitectura política del país, ya que consideran que Nazarbáyev, fiel aliado de Vladímir Putin y que ostentó la presidencia desde 1990 hasta 2019, continúa dominando de facto el país mediante el control de las empresas de gas y petróleo del país.

El régimen trata en todo momento de vincular las protestas a fuerzas extranjeras y terroristas. Pese a que no dio información de esas supuestas conexiones, el diputado ruso Dmitri Sablin fue ayer más conciso y afirmó que “las fuerzas que destruyen las ciudades de Kazajistán no son manifestantes pacíficos, sino combatientes expertos provenientes de Irak, Siria y Afganistán” afiliados al Estado Islámico. La falta de informadores y activistas independientes sobre el terreno dificulta valorar y comprender el alcance de las protestas que se están desarrollando. Mientras tanto, Rusia, a través de las tropas integradas en la denominada Organización del Tratado de Seguridad Colectiva -del que forman parte, además, la propia Kazajistán, Armenia, Bielorrusia, Tayikistán y Kirguizistán- ya está presente en territorio kazajo con tropas y armamento para sofocar las protestas.

Mientras, la OTAN, a través de su secretario general, Jens Stoltenberg, instó ayer a poner fin a la violencia, aunque insistió en la necesidad de respetar los Derechos Humanos, “incluyendo el derecho a las manifestaciones pacíficas y la libertad de expresión”. -

“Hay que llevar la lucha hasta el final, los que no se rindan serán eliminados”

Presidente de Kazajistán

“Es importante que termine la violencia y que se respeten los Derechos Humanos”

Secretario general de la OTAN