a vertiginosa evolución en que ha entrado la política internacional desde finales del siglo XX ha tenido y tiene su agujero negro en China. Allá la dinámica social, económica y política es tan grande o más que en el resto del mundo, pero es la menos transparente de todas. Y desde Washington continúan los esfuerzos por intentar entenderlas.

Esto es así porque, en parte, los dirigentes chinos no tienen el más mínimo interés en que el resto del mundo les entienda. La China de hoy es comunista y en vías de industrialización, pero su mentalidad sigue siendo la de siempre: la del imperio del centro y por centro se entiende (en China) el centro del mundo. Así que, si alguien quiere entenderlos, que se esfuerce... porque desde China no se toman ninguna molestia para ser comprensibles y previsibles.

Naturalmente, hasta ahora hubo también un motivo político para esa inhibición, porque la China comunista nació con la conciencia de su debilidad militar y su vulnerabilidad económica. A diferencia de los EEUU de la segunda postguerra mundial, cuya hegemonía era innegable, la recién creada República Popular tenía la prudencia como norma de política internacional.

Esa cautela inicial explica que Pekín no haya concluido ningún pacto militar (excepto con Corea del Norte). Sin alianzas que pudieran irritar o inquietar por muy defensivas que se tildaran, no había riesgo de provocar contra-alianzas que dificultaran el desarrollo chino. Ha sido una política antagónica a la de los EEUU, que extienden una red de tratados y pactos a lo largo y ancho del Globo.

Esta ha sido la norma de la política militar y exterior china. Pero hoy la República Popular es ya la segunda potencia económica del mundo y sus intereses tienen un respaldo militar muy respetable. O muy inquietante, si se mira desde Washington, pero seguramente también desde Tokio, Canberra, Seúl o Londres. Y la Casa Blanca está desplegando en el Pacífico Occidental una red de alianzas militares que Pekín no ve -ni puede ver- como meros pactos defensivos.

Consecuentemente, el actual Gobierno chino está empezando a cambiar su política exterior. Las tradicionalmente malas relaciones con Moscú están evolucionando muy positivamente y las coincidencias con Teherán mejoran tanto y tan deprisa que sobrepasan de largo la fase de las empatías con el enemigo de nuestro enemigo.

Militares y diplomáticos estadounidenses creen que Pekín está evolucionando y que el tradicional aislamiento del Imperio del centro puede derivar en un futuro próximo en una política de alianzas militares muy similar a la que viene practicando Washington desde hace siete decenios.

Si alguien quiere entenderlos, que se esfuerce... porque desde China no se toman ninguna molestia para ser comprensibles y previsibles