- La guerra en el norte de Etiopía cumple hoy un año en una situación tremendamente volátil, con las fuerzas rebeldes de la región norteña de Tigray cada vez más cerca de la capital, Adís Abeba, y habiendo dejado un rastro de miles de muertos y masivas violaciones de derechos humanos. “El país se enfrenta potencialmente a la balcanización si la comunidad internacional no toma medidas”, señaló a Efe Hassan Khannenje, director del Instituto Internacional para el Cuerno de África y experto en conflictos.

Tigray despertó en guerra el 4 de noviembre de 2020, después de que el primer ministro etíope, Abiy Ahmed, enviara al Ejército para derrocar al Frente Popular de Liberación Tigray (FPLT), partido gobernante en la región, en respuesta a un ataque contra una base militar federal cometido el día anterior, una acción que según los tigriñas fue en defensa propia.

Desde el inicio de la ofensiva militar hasta ahora, cuando el país decidió este martes declarar el estado de emergencia frente al peligro inminente de una posible entrada de los rebeldes en Adís Abeba, los equilibrios de fuerzas han cambiado.

Aunque las fuerzas tigriñas se vieron superadas en un principio por la coalición de tropas federales -incluida la presencia de soldados eritreos y fuerzas de la vecina región de Amhara-, después recuperaron terreno al estar muy familiarizados con la guerra de guerrillas y la topografía de la región.

A finales de junio, Abiy declaró un “alto el fuego unilateral humanitario” y el Ejército federal se retiró de la región, a excepción del oeste, anexionado por fuerzas de Amhara, que reclama derechos histórico sobre esas tierras.