esde hace algunos días, la atención del público norteamericano se centra especialmente en la desastrosa salida del Afganistán, al término de 20 años que han costado vidas a más de 4.000 norteamericanos y ha dejado el gobierno del país en manos de los mismos que mandaban cuando empezó la ocupación en represalia por los ataques del 11 de septiembre de 2001.

El debate acerca de los aciertos o errores del presidente Joe Biden para abandonar el Afganistán seguramente no dejará jamás zanjada la cuestión, pero de momento parece servir para distraer la atención del público de unas cuestiones económicas que pueden repercutir de manera mucho más fuerte sobre el futuro inmediato del país y las condiciones de vida de la mayoría de la población: las subvenciones al desempleo, un proyecto de reactivación económica que lleva un precio de 3,5 billones de dólares y un desarrollo del mercado laboral mucho peor de lo previsto, pues en el último mes la creación de empleo fue tan solo un tercio de lo previsto.

Estas cuestiones habrían de tener una repercusión rápida en las elecciones parlamentarias del próximo año, en que la pequeña mayoría de que ahora goza el Partido Demócrata podría desaparecer. Si ambas Cámaras vuelven al control del Partido Republicano, el presidente Biden tendrá las manos atadas para el resto de su presidencia.

De lo que ahora se trata es de la lucha entre ambos partidos por los objetivos económicos del país, con una fuerte presión por parte del Partido Demócrata para conseguir el paquete de estímulos económicos, pero los medios informativos se centran mucho más en la situación afgana, a pesar de que Estados Unidos ya abandonó a ese país a su suerte y a miles de personas que han quedado allí atrapadas a su mala suerte.

En realidad, hasta el momento parece haber incluso armonía entre los dos partidos rivales, pues tanto sus políticos como los medios informativos afines a uno u otro, dan primacía a la información afgana.

Los demócratas saben que sus rivales republicanos se opondrán a sus planes económicos y les interesa avanzar a la chita callando. Lo sorprendente es que los republicanos parecen prestarse a este juego y tanto sus políticos como los pocos medios informativos que les son afines, también se concentran en la situación afgana.

Y ciertamente les sirve para criticar al presidente Biden pero ni llevarán ningún cambio en ese país, al tiempo que frena sus ataques a los planes económicos del Partido Demócrata

Tan solo un demócrata conservador, el senador de Virginia Occidental, Joe Manchin, se fija en esta situación y ha anunciado públicamente que no dará apoyo a la propuesta de su partido para inyectar los 3,5 billones de dólares en la economía.

En un artículo publicado este viernes, Manchin advierte del riesgo de inflación (ha pasado del “deseado” 2% a cerca del 4,5%), algo que las autoridades económicas parecen decididas a olvidar, empezando por el Banco Central que considera esta inflación una fenómeno transitorio y consecuencia de las medidas provisionales y urgentes para luchar contra el covid.

Lo cierto es que los efectos de la pandemia se dejan sentir todavía en los niveles de empleo, con más del 5,4% de paro, pero hay una fuerte recuperación que permite dar trabajo a muchas personas y que ha provocado fuertes subidas salariales.

Quizá el ala progresista del Partido Demócrata quiere aprovechar los próximos 14 meses para imponer medidas que serían inaplicables si recuperan la mayoría los republicanos y por esto tienen tanta prisa y tan poco interés en los datos económicos.

A fin de cuentas, este es su momento: gozan de un gobierno monocolor, con ambas Cámaras y el presidente del mismo partido, algo poco habitual y por esto tienen tanta prisa.

Pero si esto es comprensible que el Partido Demócrata maree la perdiz hablando de algo sin consecuencias, cuesta entender que los republicanos se apresten a dedicar horas a la crisis afgana en vez de centrar la atención del público en la situación económica.

Pero quizá todo esto cambie rápidamente: el presidente Biden dedicó un largo discurso este viernes a hablar de la situación económica en el país, algo obligado ante las decepcionantes cifras de desempleo, pues en vez de crear 750.000 puestos de trabajo en el último mes como preveían los economías, el mercado laboral tan solo creció en 240.000.

Las palabras de Biden tenían poco que ver con la imagen de centrista moderado que presentó durante la campaña electoral, pues defendió las posiciones del ala progresista de su partido y es posible que a partir de ahora los dos frentes políticos se replanteen sus tácticas... con más atención a las elecciones del próximo año.