- La Cámara de Representantes de Estados Unidos decidió suspender ayer la sesión prevista por la advertencia por parte de los Servicios de Inteligencia de un supuesto plan de una milicia de irrumpir ayer en el Capitolio provocó el refuerzo de las ya extremas medidas de seguridad, que han convertido el centro de Washington en un fortaleza desierta, donde más de 5.000 efectivos de la Guardia Nacional protegen el edificio. El Senado, mientras tanto, optó por mantener intacta su agenda.

La Policía del Capitolio solicitó ayer una extensión de 60 días del periodo de despliegue de la Guardia Nacional en la capital estadounidense, ya que en principio tenían previsto retirarse el 12 de marzo.

“La Guardia Nacional debería quedarse todo el tiempo que fuese necesario”, afirmó durante una conferencia de prensa Nancy Pelosi, la presidenta de la Cámara de Representantes, que precisamente canceló sus actividades hasta la próxima semana por la amenaza.

Desde que el pasado 6 de enero una turba de seguidores del entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tomó violentamente el Congreso, en unos tumultuosos acontecimientos que dejaron cinco muertos y cuyas imágenes dieron la vuelta al mundo, el Capitolio parece más una base militar que la sede del Legislativo estadounidense.

Los asaltantes esgrimieron quejas, alentadas por el propio Trump sin evidencia alguna, de fraude en las elecciones presidenciales de noviembre.

El perímetro de seguridad se ha ampliado y asegurado en los últimos días, con nuevas vallas, barreras de hormigón y alambre espino. Durante todo el día de ayer, en los alrededores del Capitolio solo se veía a periodistas, ocasionales corredores y algún turista que tomaba fotos de la impensable estampa.

Por su parte, y también en rueda de prensa, la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, remarcó que “la amenaza de extremismo violento local, particularmente de carácter racial y por extremistas antigubernamentales, no comenzó y culminó el 6 de enero”. “El actual ambiente de elevada seguridad en la capital es una ilustración ello”, aseguró Psaki.

La Policía del Capitolio de Estados Unidos alertó de que había obtenido información de Inteligencia que “muestra un posible complot de una milicia identificada para irrumpir el jueves 4 de marzo en el Capitolio”. No obstante, remarcó que debido la “naturaleza delicada” de los datos de los de que dispone, no se podían ofrecer más detalles.

“Ya hemos actualizado la seguridad -explicó- que incluyen el establecimiento de una estructura física y un aumento del personal para garantizar la protección del Congreso, del público y de nuestros agentes”.

Según la información proporcionada por el FBI y el Departamento de Seguridad Nacional, las autoridades han registrado un incremento de las discusiones entre grupos extremistas, como la organización de ultraderecha Three Percenters, sobre un posible plan de atacar el Capitolio.

Los seguidores del movimiento conspiratorio QAnon creen que el 4 de marzo Trump sería investido de nuevo como presidente de EEUU, basándose en que entre 1793 y 1933 la investidura de los mandatarios cayó a menudo en torno a esa fecha.

El asalto del pasado 6 de enero se produjo precisamente cuando se celebraba una sesión conjunta de las dos cámaras del Congreso para ratificar la victoria del demócrata Joe Biden en las elecciones presidenciales de noviembre.

Debido a ese ataque Trump fue sometido a su segundo juicio político o impeachment en el Senado, del que fue absuelto el pasado 13 de febrero, después de haber abandonado ya la Casa Blanca.

El enorme despliegue de seguridad ha obligado a aplazar el tradicional discurso del Estado de la Unión que suele ofrecer el presidente y que Biden no espera ofrecer hasta que el Congreso apruebe el tercer paquete de rescate financiero para superar la crisis por la pandemia.

Tácticas de distracción. La información proviene de un documento del FBI en el que describe un complot perpetrado por milicias, incluido el grupo paramilitar Three Percenters, que estarían sopesando usar tácticas de distracción “como la detonación de una bomba” para alejar a las fuerzas del Capitolio antes de asaltarlo.