- No ha habido sorpresas y el Senado de Estados Unidos ha confirmado a la jueza Amy Coney Barrett como nuevo miembro del Tribunal Supremo, asegurando así una mayoría conservadora y consolidar la mayoría derechista para las décadas venideras.

Barrett fue confirmada anoche en el Senado y apenas una hora después juró el cargo en la Casa Blanca de la mano de su nuevo colega Clarence Thomas, considerado el juez más conservador en el Alto Tribunal.

“Trabajaré sin ningún temor ni favor. Lo haré con independencia tanto de los poderes políticos como de mis propias preferencias”, aseguró Barrett tras jurar el cargo.

La votación se saldó con 52 votos a favor y 48 en contra (47 demócratas y la republicana Susan Collins), y ha confirmado la entrada de Barrett en el Supremo menos de 40 días después del fallecimiento de la magistrada Ruth Bader Ginsburg, símbolo del feminismo y el progresismo.

Ante la posibilidad de perder tanto el Senado como la Casa Blanca en las elecciones de la semana que viene (como apuntan los sondeos), Trump nominó a Barrett antes incluso de que fuese enterrada Ginsburg, cuyo deseo póstumo fue que su reemplazo lo eligiese el presidente salido de las urnas.

Ha sido esta celeridad en los plazos la principal crítica lanzada desde el Partido Demócrata de Joe Biden, pues lo califican como un “abuso de poder” y consideran que desde la Casa Blanca no se ha jugado limpio al haberse gestado su candidatura antes de las elecciones.

El Partido Demócrata ha señalado durante las últimas semanas la “hipocresía” mostrada por los republicanos durante este caso, pues en el último año de la Presidencia de Barack Obama, en 2016, el Senado, de mayoría republicana, bloqueó el nombramiento de Merrick Garland para que ocupara la vacante surgida en el Supremo tras la muerte de Antonin Scalia por ser año electoral.

Los republicanos aprovecharon así su control sobre el Ejecutivo y sobre el Senado para decantar aún más a su favor el Supremo, que con la llegada de Barrett queda con seis magistrados conservadores y tres progresistas.

Ante el hecho de que estos cargos sean vitalicios y la juventud de los nuevos magistrados nominados por Trump, son muchos los demócratas que abogan por reformar el Alto Tribunal, ampliando su composición actual de nueve jueces.