- Imágenes de largas filas se repitieron ayer domingo en Chile por las restricciones sanitarias y la gran expectación en torno al plebiscito constitucional, considerada la votación más importante en tres décadas.

En algunos barrios capitalinos como La Florida, Providencia, Ñuñoa y Maipú los ciudadanos reportaron largas filas de hasta dos horas para depositar su voto. También se registraron aglomeraciones a las afueras de los consulados en Berlín, Londres y Madrid.

Cerca de 14,8 millones de chilenos deciden en las urnas si quieren o no reemplazar la actual Carta Magna, heredada de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), y qué tipo de órgano debería redactar el nuevo texto.

El plebiscito, convocado para descomprimir la grave ola de protestas desatadas el año pasado contra la desigualdad y en favor de mejores servicios básicos, se celebró bajo estrictas medidas sanitarias. “Hemos visto un alto interés por participar, locales de votación con muchas personas”, indicó el vocero gubernamental, Jaime Bellolio.

Los locales de votación estuvieron abiertos doce horas, dos más de lo habitual, y los adultos mayores tuvieron un horario especial a medio día.

El presidente chileno, el conservador Sebastián Piñera, votó a primera hora de la mañana, al igual que la mayoría del espectro político, e hizo un llamado a “respetar” el resultado y pidió que la jornada transcurra “en paz”, luego de los violentos incidentes durante la conmemoración el pasado domingo del primer año del llamado “estallido social”.

“La inmensa mayoría de los chilenos quiere vivir en paz, quiere que nuestra democracia sea ejemplar”, apuntó.

Para los partidarios del “apruebo”, la actual Constitución es la causante de las grandes desigualdades, mientras que sus detractores creen que bajo este marco jurídico Chile registró el periodo de mayor crecimiento económico de su historia y que los problemas se solucionan con nuevas leyes y no con un proceso constituyente.