- La redes sociales han nuclearizado la propaganda política estadounidense y durante esta campaña electoral han creado burbujas que dividen al país en realidades totalmente dispares y ponen en riesgo el futuro de la democracia estadounidense si los resultados del 3 de noviembre son disputados.

Facebook (y su filial Instagram), Twitter y Youtube, las plataformas de Internet más populares en EEUU, llevan tiempo intentando contener la difusión de desinformación y de los discursos de odio sin cambiar los fundamentos de un modelo de negocio lucrativo y en alza.

Twitter, la plataforma favorita del presidente Trump, ha sido la más tajante a la hora de marcar como desinformación mensajes del propio mandatario o de su campaña, eliminar cuentas falsas destinadas a ampliar el mensaje de ciertos actores que intentan influir en los comicios y para coartar la expansión de movimientos de extrema derecha.

Facebook ha tomado una postura más templada y ha prohibido la propagación de grupos que han incitado a la violencia o anuncios y mensajes de conspiraciones que tienen la intención de exacerbar el discurso político. Youtube ha adoptado medidas similares y ha negado vías de monetización a predicadores del odio.

"Facebook crea realidades paralelas que hacen que sea aceptable deshumanizar al otro. Tienen que cambiar y comportarse como una corporación responsable", indicó recientemente Derrick Johnson, presidente de la asociación que representa los intereses de las personas de color en EEUU, la NAACP.

La capacidad de adaptar el contenido algorítmicamente a las preferencias de cada usuario ha creado "burbujas" que presentan mundos alternativos a diferentes grupos de personas y permiten que cada partido demonice al contrincante.

El profesor de la Universidad de Carolina del Norte Daniel Kreiss, especializado en procesos electorales y tecnología, explica que el gran salto de las campañas hacia el mundo digital se dio en 2008 con la candidatura del senador demócrata Barack Obama.

Otra tendencia de los últimos años en Internet ha sido el uso de las redes sociales para lograr contenidos orgánicos, es decir, compartir contenidos gratuitamente con la esperanza de que sus seguidores los viralicen, según Kreiss, que apunta a Donald Trump, como el mejor ejemplo.

"Trump tiene una habilidad única para fijar la agenda de actualidad de forma orgánica en Twitter. No necesita pagar anuncios; cualquier cosa que comparta pasa a dominar la agenda mediática de forma instantánea", apunta el profesor.

La utilidad fundamental de las redes sociales para las campañas políticas es identificar con precisión quiénes son los simpatizantes de cada partido, y a partir de ahí, movilizarlos para hacer de voluntarios, donar dinero y, por supuesto, votar.

Este período electoral va a estar marcado por la aparición de grupos ultras en plataformas de Internet que se congregan en torno a doctrinas extremistas o conspiraciones sin base en los hechos y que en varios casos se han traducido no solo en protestas y contraprotestas, sino también en choques violentos con muertos.

Estas peligrosas tendencias toman un cariz aún más amenazante si se tiene en cuenta que Trump ha sugerido que disputará la legitimidad del resultado electoral si no emerge como ganador la noche del 3 de noviembre, algo que podría servir de chispa para miles de personas que a diario son bombardeadas con mensajes que, en ocasiones, hablan con una ligereza preocupante de un enfrentamiento civil a gran escala en la democracia moderna más exitosa del mundo.

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