donostia - Isabel Sola Gurpegui trabaja desde hace 25 años en el Centro Nacional de Biotecnología, adscrito al Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Natural de San Adrián (Navarra), es una experta en coronavirus y, en este sentido, destaca el valor que tiene la "investigación básica", cuyo "trabajo en la sombra permite hacer frente al problema cuando aparece de forma inesperada", como ocurre ahora. Se muestra cautelosa a la hora de predecir cómo evolucionará la epidemia. Y es que el cambio de criterio introducido el jueves para "definir cuándo un caso es positivo o no" está "creando un poco de confusión". No obstante, y aunque los datos son "todavía muy provisionales", incide en que "solamente un 25%-30% de las personas que están en contacto con el virus desarrollan una enfermedad más severa y el resto, el 80%-75%, o bien están asintomáticos o bien son síntomas leves, y los casos más graves son en personas que parece que tienen alguna patología previa, de más edad, más población de riesgo".

Es una de las personas que más sabe de coronavirus en el Estado. ¿Qué le llevó a interesarse por estos virus?

-Bueno, yo terminé la carrera de Biología en la Universidad de Navarra y después de eso hice un máster de Ingeniería Biomédica y un profesor de Genética de la universidad me comentó que en el laboratorio de coronavirus del Centro Nacional de Biotecnología buscaban a alguien para hacer una tesis doctoral. En ese momento yo tampoco tenía muy claro cuál era mi futuro, me pareció interesante, vine al laboratorio y me pareció que el proyecto que me ofrecían era algo novedoso, atractivo, el ambiente del laboratorio y del centro eran muy estimulantes, en el sentido de la posibilidad de aprender muchas cosas nuevas para alguien que ha terminado la carrera y que todavía el conocimiento que tiene del mundo a su alrededor es limitado, y me decidí a empezar la tesis. Entras en este camino de la investigación y te va atrapando cada vez más.

¿Qué son los coronavirus y qué caracteriza al que provoca la enfermedad COVID-19?

-Los coronavirus son una familia de virus bastante variados que infectan no solamente al ser humano, sino también a animales. En los animales causan infecciones, fundamentalmente gastroenteritis, que generan muchas pérdidas económicas en ganadería, y en el ser humano hasta ahora conocíamos seis coronavirus. Ahora son siete. De ellos, cuatro causan infecciones respiratorias leves, como resfriados que aparecen en invierno y que uno no es muy consciente ni de cuál es el virus que lo está causando, pero en el año 2002 apareció en China el primer coronavirus humano que causaba enfermedades graves que podía ser incluso mortal, el SARS. Después en 2012 apareció otro coronavirus humano, que todavía sigue activo en Oriente Medio y que se llama MERS, y ahora en 2019 ha aparecido este nuevo, que causa esta enfermedad COVID-19. La característica que tienen en común todos los virus de esta familia que infectan a humanos es que causan infecciones respiratorias, unas son leves y las otras son graves e, incluso, pueden ser mortales. Otra característica en común es que estos virus normalmente en la naturaleza tienen su propio reservorio, fundamentalmente se encuentran en murciélagos, que están sobrevolando cualquier continente y, en algún momento, a partir de esos murciélagos el virus se puede transmitir a un animal intermedio o incluso directamente a un ser humano y al cambiar, al hacer este salto de especie, puede causar infecciones graves como las que estamos conociendo ahora.

De momento no hay un tratamiento específico para este virus. ¿Qué herramientas disponemos actualmente para hacerle frente?

-No hay ningún tratamiento específico aprobado, ninguna vacuna. Lo que sí que se está intentando es algunos antivirales que ya estaban avanzados para otros virus y que incluso en modelos animales, sin haber llegado a experimentar en humanos, se había visto que tenían un cierto efecto en coronavirus muy parecidos a este, se están empezando a hacer ensayos clínicos más avanzados para ver si tendrían eficacia frente a este nuevo virus. Mientras eso se termina de confirmar, se están aplicando las medidas paliativas que tienen al alcance los médicos en situaciones de una enfermedad pulmonar severa.

Codirige el único laboratorio del Estado que ha iniciado los trámites para buscar una vacuna contra el coronavirus. ¿Por qué dan ese paso?

-Nuestro laboratorio lleva más de 35 años trabajando con coronavirus y desde 2002, que es cuando apareció este coronavirus humano grave, trabajamos con estos virus que causan enfermedades muy grandes en humanos. El objetivo de nuestro trabajo desde ese año es estudiar por qué esos virus tienen la capacidad de causar enfermedades tan graves, que incluso pueden ser mortales. El motivo de investigar estos mecanismos, que es lo que hace al virus comportarse como lo hace, es conocer al enemigo para poder hacerle frente, es decir, para tener información que nos permita trabajar en la identificación de antivirales o en el diseño de vacunas. Nosotros con este virus nos proponemos hacer algo parecido a lo que ya venimos haciendo con estos dos coronavirus humanos que son graves. Forma parte de nuestra línea natural de trabajo. Es un virus nuevo muy parecido al SARS, que apareció en 2002, y todo el conocimiento y la experiencia que tenemos con ese virus (cómo es, qué herramientas hay que usar para modificarlo...) va a facilitar el trabajo que empecemos ahora con el nuevo.

Han solicitado ya los permisos, pero ¿cuándo prevén empezar a trabajar en el laboratorio? ¿Cómo es el proceso de crear una vacuna?

-Primero para trabajar con el virus tenemos este requerimiento administrativo lógico, que es solicitar a las autoridades de Medio Ambiente el permiso, explicarles qué es lo que queremos hacer para que ellos puedan evaluarlo. Nosotros no disponemos aquí del virus. Lo que hacemos primero es reconstruirlo. Un virus es una cosa muy sencilla, que tiene un manual de instrucciones dentro, que es el genoma del virus, y luego tiene una envuelta que protege ese manual de instrucciones. Yo a veces explico que es como un mensaje en una botella. Con esa información el virus entra en una célula, es decir, infecta a una persona, a un animal, y ese libro de instrucciones empieza a dar órdenes para ejecutar una serie de tareas. Y con esas tareas el virus se multiplica millones de veces. Lo que nosotros hacemos ahora para reconstruir el virus es escribir ese libro de instrucciones, componerlo, es decir, vamos juntando trocitos de información genética que encargamos en una fábrica, que nos los sintetizan químicamente, los vamos uniendo hasta completar el genoma del virus, que es el libro de instrucciones. Y a partir de esta información ya completa lo ponemos dentro de una célula y la célula ya va siguiendo las instrucciones que lleva ese genoma formando el virus. La vacuna tiene que ser eficaz, pero tiene que ser segura. Entonces, para ser segura hay que quitarle al virus todo aquello que le hace ser dañino, que le hace ser virulento. A partir de ese genoma completo, le quitamos todos aquellos genes que hacen que el virus haga daño a la persona infectada y lo convertimos en algo mínimo, lo que llamamos un replicón, que puede inducir una respuesta inmune para proteger pero que ya no hace daño. Entonces, aquí hay todo un proceso inicial de reconstruir el virus y luego modificarlo para debilitarlo, para atenuarlo. Lo que es el trabajo en el laboratorio pueden ser 2-3 meses, pero luego en el proceso de desarrollo de una vacuna hay una parte fundamental que es ensayar que esa vacuna cumple dos requisitos, como cualquier otro medicamento, que es eficaz y que es segura. Estos estudios de eficacia y seguridad hay que hacerlos primero en modelos animales, modelos pequeños como puede ser ratón, y después hay que hacer ensayos en humanos; la evaluación puede durar años. En situaciones de emergencia todo se reduce un poco más, pero mínimo 18 -24 meses. Son tiempos largos, pero no se pueden acortar.

Entonces, ¿como mínimo se requieren 18 meses para lograr una vacuna segura y eficaz?

-Pues como mínimo, mínimo. Dentro de las vacunas hay muchísima variedad. Nosotros trabajamos en unas, los replicones, que son vacunas más complejas y más eficaces, pero que llevan más tiempo. Luego hay otras mucho más sencillas que consiste en coger simplemente una de las proteínas del virus y utilizarla para inmunizar. Su desarrollo en el laboratorio es más corto, pero luego toda la valoración en animales y en humanos es la misma, es decir, como mínimo yo diría 18 meses, dos años.

¿Necesitan dinero para el proyecto?

-Siempre necesitas dinero, en el sentido de que tienes que contratar gente, comprar reactivos de laboratorio... y además este virus, como los otros coronavirus humanos, exige un nivel 3 de bioseguridad, que es uno de los más altos. Y todo eso es muy costoso, se necesita mucho dinero. Es cierto, y es de agradecer, que hemos tenido un apoyo inmediato por parte del Ministerio de Ciencia e Investigación y del CSIC, que enseguida nos preguntaron qué necesitábamos y nos han dado financiación para que podamos hacer frente, pero también con otros grupos con los que colaboramos habitualmente estamos solicitando financiación en Europa y en EEUU.