Uxue Urzelai es formadora. Imparte talleres para la elaboración de compresas de algodón 100%, que también cose y reparte entre particulares e instituciones. Además, también da charlas o talleres sobre la menstruación, "para entender qué es" y presenta distintos modos de "recoger la sangre".

A la pregunta, ¿qué es la pobreza menstrual?, responde que es "no disponer de opciones adecuadas para recoger la sangre" de la regla por motivos diferentes, como "la precarización económica, cuyas consecuencias son siempre más graves en las mujeres, la falta de información y la feminización de esa pobreza".

Cuando las mujeres, aunque Urzelai prefiere utilizar el término de "cuerpos menstruantes" (tomando en cuenta que "hay mujeres que ya no menstrúan o mujeres trans") se hallan en esta situación, apunta, buscan soluciones de emergencia que en muchas ocasiones son incluso peligrosas para la salud, ya que pueden llegar a provocar infecciones y otras patologías.

Utilizar papel, cartón o ropa vieja a modo de compresa y aumentar el número de horas de uso de tampones o compresas son algunas de las medidas que toman las mujeres que sufren pobreza menstrual y que, en muchos casos, se ven obligadas a elegir entre la adquisición de comida y la compra de productos de higiene íntima.

  • Lea más: una pobreza de mujer con muchas consecuencias

¿Qué consecuencias conlleva la pobreza menstrual? Muchas y de diversas características. Las consecuencias físicas pueden derivar "en graves problemas ginecológicos", que pueden ir acompañados de problemas psicológicos, "ansiedad y tensión por no poder cubrir una necesidad básica".

A estas consecuencias cabe sumar un lastre social que, explica Urzelai, afecta de forma más evidente a las mujeres más jóvenes, que tienen que perder días lectivos o se ven abocadas a limitar su "ámbito de socialización" en los días de menstruación.

Uxue Urzelai defiende el uso de productos "con menor toxicidad que los tampones y compresas convencionales". "Con su uso en las horas habituales ya hay cierto riesgo, que aumenta si se usan muchas más horas", añade Urzelai, que apuesta por que las instituciones, cuando toman medidas en la línea de repartir productos de higiene, se decanten por aquellos que son menos tóxicos, como compresas naturales o copas menstruales.

¿Cuál es la solución? En opinión de Urzelai, las administraciones tienen que tomar cartas en el asunto, pero no solo aportando los fondos necesarios y repartiendo compresas y tampones, que también, si no facilitando cauces de formación. "No solo hay que garantizar el acceso de las mujeres a estos productos y apostar por los más naturales", es igual de importante "explicar a las mujeres cómo utilizarlos, por qué, cómo cuidarlos, etc", abunda.

"A las instituciones no se les mete en la cabeza que apostar por el uso de estos productos más ecológicos les saldrá, a la larga, más rentable, en vez de estar repartiendo los que se usan una vez y se tiran", asegura. Según sus cálculos, esta apuesta se "amortiza en un año".

Urzelai "sospecha" que el dato del 20% que se baraja respecto a la afección de la pobreza menstrual en las mujeres del Estado puede ser mayor: "Hablar de la menstruación sigue siendo un tabú y más aún hablar abiertamente de este problema, de esta carencia".

Para llegar a estas mujeres y ofrecerles la formación necesaria, insiste Urzelai, es necesario el trabajo conjunto de las instituciones. Pero no solo de ayuntamientos, diputaciones o, en el caso de Euskadi, del Gobierno Vasco, sino que también hay que llegar a "los centros penitenciarios y los centros de menores", donde esa situación de precariedad está más instalada.

"Hay que intentar, y eso es trabajo de las instituciones y los departamentos, como el de Servicios Sociales, acceder a todas la capas sociales en las convocatorias de formación", concluye Urzelai.