- En estos primeros 60 años que cumple el Hospital Donostia, Pilar Olaizola ha sido enfermera desde la época en la que el centro dependía del Insalud estatal y distaba mucho de ser el gigante actual, donde trabajó 41 años, después de recalar en Pamplona y París.

Eran los años del franquismo, de la falta de libertad, de las órdenes en la sociedad y en el trabajo. Recuerda Olaizola un hospital "un poco opresivo", en el que había que cumplir las normas "sin participar ni dar tu opinión, sin margen para introducir cambios. Había que seguir el sistema". A Olaizola, que había tenido la oportunidad de trabajar de otra forma, la situación se le hacía cuesta arriba.

Como en la sociedad, en el hospital "los cambios han sido terribles". "Trabajábamos con monjas, éramos las primeras enfermeras. No tengo nada contra ellas, pero eran las organizaciones religiosas las que trabajaban en los hospitales y marcaban las normas", recuerda. "Los cambios han sido brutales, de un sistema opresivo hemos pasado a un sistema participativo", explica.

Pero el cambio fundamental fue "contar con los enfermos". "Ha pasado de ser una asistencia patriarcal a ser una asistencia en la que se cuenta con los deseos, la participación, la opinión y el conocimiento del paciente", abunda.

"La población ya tiene conocimiento, aunque creo que debería ser mayor. Creo que hace falta una educación sanitaria importante en la sociedad" apostilla, aunque reconoce que la evolución ha sido grande y el paciente participa en las decisiones.

Habla de una sistema patriarcal, de un tiempo en el que el doctor y la enfermera se hallaban a distintos niveles. "Eso es una da las cosas más bonitas que he vivido. Pasar de ser prácticamente invisibles a tener una participación muy importante como enfermeras", destaca.

Todo ha cambiado, también en el cuidado. "Antes era solo la mujer la que cuidaba al enfermo. Yo tengo anécdotas muy bonitas de cuando empezaron a participar los familiares masculinos", anota Olaizola.

El hospital actual poco tiene que ver con aquel primer hospital que conoció Olaizola. "Todo tiene su lado positivo y negativo. Este es un hospital menos familiar y menos cercano, pero pienso que, aunque sea grande, con un esfuerzo de relación humana lo macro también puede ser cercano", reflexiona.

Ante la situación generada por el covid, Olaizola lanza una idea: "Antes de la pandemia la atención sanitaria era una, con el covid está siendo otra y espero, con muchas ganas, que después sea otra diferente".

"Se ha construido en Euskadi una estupenda red de sanidad pública que en la actualidad, desde mi punto de vista de usuaria, veo peligrar, en parte porque el sistema tiene que atender una avalancha", apunta. Ante esta realidad, la sanidad privada lanza mensajes para atraer al público. Sin tener "nada en contra" de la oferta privada tiene claro que "hay diferencias" notables. "La sanidad privada tiene como objetivo ganar dinero y la sanidad pública tiene como objetivo atender al enfermo con el dinero de todos de forma universal", abunda.

A futuro, cree que hará falta una importante inversión de medios económicos y de reinventarse para "generar ilusión y recuperar seguridad en la sanidad pública". Pero, insiste, la "sociedad tiene que tener claro que a este bicho no le conoce nadie y cada día irán cambiando las cosas. Pero esa evolución no puede ir en contra de una sanidad publica y universal".

"La situación es nueva, el bicho es nuevo, pero tenemos un sistema de salud que hay proteger, exigiendo al propio sistema que atienda todas nuestras necesidades. Si no nos pueden atender hoy y lo tienen que hacer mañana, que nos lo digan", concluye Olaizola, que quiere insistir en una idea: "El Hospital de Donostia ha funcionado gracias a todos y cada uno de los trabajadores, cada uno en su sitio y en su papel".