vamos a tener presupuestos en el Gobierno Vasco y en el resto de las instituciones del país. El acuerdo PNV-PSE-PP será la referencia, aunque en Araba aún no hay fumata blanca y en Bilbao los populares se quedan fuera. A la prioridad de la estabilidad económica e institucional se contraponen, por parte de quienes no participan del acuerdo -EH Bildu y Elkarrekin Podemos-, los reproches previstos. Apocalípticos en unos casos, porque insisten en que una diferencia del 2% -que es la cuantía real de las enmiendas presentadas por cada uno de ambos partidos- determina su carácter progresista o regresivo. Democráticamente cuestionables en otros. Por ejemplo, cuando se incide en que del acuerdo participan la cuarta y quinta fuerza políticas en las elecciones autonómicas de hace catorce meses, como si la democracia no fuera la suma de votos individuales para propiciar mayorías. Tres datos: el acuerdo de presupuestos lo suscriben tres partidos que representan el 60% del voto frente al 36% que suman los otros dos;los votos de PP y PSE suman un 22% de las preferencias de los vascos frente al 21 que acreditó EH Bildu;y tres, el voto en las urnas de la coalición más Podemos suma un punto porcentual menos -16.000 votos- que el obtenido por la primera fuerza política: el PNV. La estabilidad también es eso. Aunar una base amplia de representatividad social en torno a un acuerdo entre diferentes. Y el gusto o el disgusto lo decidirán de nuevo los votantes cuando vuelven a votar, que ocasiones no faltan.